El suicidio es un fenómeno perturbador en cualquier caso, pero más en las sociedades del bienestar, la paz, el lujo y la opulencia. No es que la muerte de la gente con más recursos importe más, sino que llega un punto en que no parece que más recursos implique menos suicidios. En realidad al contrario. De hecho, la población inmigrante tiene una menor tasa de suicidio. No es lo que tienes, es lo que esperas. Es lo que eres y lo que crees lo que te sostiene, no la renta per cápita.
La gráfica resulta inquietante porque el suicido es un asunto del que poco se habla. Pensemos por ejemplo en todo lo que se habla de la violencia de género o de la criminalidad en general. Los datos sin embargo se muestran concluyentes.
En el caso de Navarra, en 2022 (últimos datos del INE) fue asesinado 1 hombre y 1 mujer. Hubo sin embargo ese mismo año 38 hombres y 19 mujeres que se suicidaron.
En el caso de las mujeres, por tanto, es 19 veces más probable que se maten a sí mismas a que las mate alguien.
En el caso de los hombres, es 38 veces más probable que se maten a sí mismos a que los mate otro.
Es curioso como en un callejón oscuro por la noche podemos sentir miedo, mirando a los lados en busca de una presencia emenazadora. Sin embargo, la persona que es más probable que nos asesine, con gran diferencia, somos nosotros mismos. No hay nadie más peligroso para nosotros que nosotros mismos. Somos nuestro peor enemigo. Eso al menos nos dice con claridad la estadística.
La estadística, aparte de que es mucho más probable que una mujer se suicide a que sea asesinada por un hombre, también nos dice que los hombres se suicidan casi el doble que las mujeres. La muerte por suicidio por lo visto también tiene género.
El hecho es que sin embargo el suicido, pese a la enormidad de las cifras, es un problema del que se habla poco, no digamos en comparación con, como decíamos, la violencia de género o las reyertas callejeras y apuñalamientos. La razón es que se teme hablar del suicidio por el posible efecto contagio o imitación. Por lo visto no se teme un efecto contagio al hablar de muerte por arma blanca, bandas o violencia de género, pero sí cuando hablamos de suicidio. Todos los demás asuntos hay que ponerlos bajo el foco y debatirlos para intentar resolverlos, menos el suicidio. No parece sin embargo que las cifras de suicidio mejoren mucho año a año no hablando de ellas, siendo sin embargo la primera causa de muerte externa superando por ejemplo a los accidentes de tráfico. Hubo 4.227 muertes por suicidio en España en 2022, se dice pronto. Por contraste, sólo 1.815 personas murieron en accidente de tráfico. Cada año se suicidan unas 5 veces el número de todos los asesinados por ETA, o 3,3 veces todas las mujeres asesinadas por su pareja desde 2003. La cuestión es si estos son unos buenos resultados gracias a no hablar de ellos o si para reducirlos habría que hablar. ¿Qué más factores de riesgo existen además de ser hombre? ¿No tener fe? ¿No tener una familia estructurada? Si es así a lo mejor es algo en lo que debiera pensar esta sociedad empeñada en atacar constantemente la familia y la religión. Es mejor tener un poco menos de renta pero ser capaces de encontrarle un sentido a la vida. El gobierno te puede dar dinero pero no puede darle un propósito a tu vida. El signo de los tiempos nos aboca a vivir sin sentido pero no podemos vivir sin un sentido y al mismo tiempo vivir mejor.
Un comentario
El suicidio es QUERIDO por la agenda 2030.
Es una forma facil y barata de reducir la población.
Igualmente el aborto.
Por eso no se habla de él.