Resulta extraño hasta qué punto la ideología woke ha infiltrado medios antaño conservadores como el Diario de Navarra, que en sus estatutos se compromete a inspirarse “en los verdaderos sentimientos religiosos del país” y en la defensa del “orden social de la familia y de la propiedad”. Su portada de hoy, sin embargo, es toda una criminalización del género masculino en la línea del feminismo más radical y extraviado. No menos llamativo resulta que cuando a escala global el wokismo empieza retroceder el Diario parezca abrazarlo con su máximo entusiasmo. Tal vez el Diario llegue tarde a todos los procesos sociales, históricos y políticos. Esto sucede cuando hace tiempo que dejaste de crear opinión para ir a rastras del discurso dominante. O cuando los ingresos dependen en excesiva medida de no tener problemas con el gobierno de turno.
Sin duda el titular, más allá de lo llamativo, criminaliza globalmente al género masculino. Sería inimaginable un titular semejante crminalizando a los inmigrantes, por ejemplo. ¿Qué clase de calificativos merecería una portada de semejante naturaleza aplicada a ellos? Sin embargo, criminalizar a los hombres no sólo es tolerable, es que se encuentra bien visto. Sabemos que existen las llamadas de Diputación cuando se señala el origen de un detenido, pero no existen llamadas de Diputación quejándose de la androfobia de un titular.
Al entrar en el contenido de la noticia, con lo que nos encontramos es con una “experta” con una biografía llena de dramas personales y de vivencias traumáticas, la cual desglosa un conjunto de datos tendentes a identificar a los hombres con fieras salvajes. Una de cada 3 adolescentes sufre violencia de género o psicológica. ¿Cuánta es de género y cuánta es psicológica? ¿Por qué se mezclan para abultar más la cifra y criminalizar más al conjunto de los varones? ¿Qué es violencia psicológica? ¿Preguntar a la pareja qué has hecho esta tarde? ¿Decirle que estaba mejor con el anterior peinado? El límite está tan lejos como quieran llevarlo los ingenieros de género para criminalizar a todo el género masculino, y desde luego no se contempla el porcentaje de hombres maltratados psicológicamente por mujeres, porque hay un género terrorista que es el masculino y un género arcangélico que es el femenino. Afortunadamente la solución que proponen estos ideológos de género no es de momento exterminar a los varones sino reeducarlos. Esto está muy bien porque proporciona a los ideólogos de género, y al gobierno que los acaudilla, una fuente constante de ingresos a cuenta de esta ingente labor, y por otra parte les dota de un enorme poder para estar constantemente en los medios o adoctrinar a los escolares desde la más tierna edad y de forma obligatoria en todo su catecismo.
Asumir que una de cada tres mujeres sufre violencia de género, más todos los casos que no sabremos, implica aceptar el relato de que raro es el hombre que no es un agresor sexual. ¿Cuál es la fuente de todo este horror? A tenor de lo que se señala en el Diario, la pornografía y la existencia de una desigualdad que nunca podrá desaparecer, según la experta, “mientras el azul y el rosa sigan existiendo y niños y niñas jueguen a juegos diferentes”.
El hecho es que llevamos décadas bajo la égida de la educación woke y si, llegados a este punto, estamos ante una situación tan espantosa, lo que habría que cuestionarse es toda esa educación woke. ¿Y por qué los juguetes diferenciados han de ser la causa de la desigualdad de género en vez de su consecuencia? ¿Y quién ha decidido no sólo que las diferencias entre hombres y mujeres son meramente culturales sino que esto es indiscutible? ¿Y qué nos hace pensar que si alguien pega o viola a una mujer es porque no sabe que eso está mal? Claro que sabe que está mal, no lo hace por ignorancia. Lo que pasa es que eso de pensar que si pones un letrero contra las agresiones sexuales en la entrada del pueblo dejará de haber agresiones sexuales es sólo otra idea progre descabellada. Ni los ladrones, ni los mentirosos, ni los asesinos son gente que no sabe que robar, mentir o matar está mal.
Respecto a la pornografía estaría bien que la izquierda woke se aclarara de una vez, porque hace unas décadas, cuando la Iglesia se había quedado sola criticando la pornografía, resulta que la Iglesia era una retrógrada y había que defender la pornografía, la prostitución y la «liberación sexual», todo lo cual iba a llevar no sólo a la desaparición de los delitos sexuales, que eran consecuencia de la represión, sino a un estado general de felicidad. También había que cargarse la familia, que era una institución patriarcal fuente de represión e infelicidad. Pues bien, la mierda de mundo que describen hoy los expertos resulta que es el fruto de sus teorías. Contra lo que se está rebelando la sociedad, en gran medida ya su víctima, es contra todos estos discursos que nos han llevado a este punto y a esta desestructuración tan lejana a la prometida felicidad. Pese a toda la androfobia que impregna el discurso dominante, sin embargo, no existe un género violador y criminal. Hubo un tiempo en que el feminismo se suponía que predicaba la igualdad, lo que predica ahora es la criminalización del varón. Que piensen las mujeres si quieren que se criminalice a sus hijos o que se pregunten los hombres si piensan aceptar sin más esa criminalización general. Por lo demás, a los criminales de verdad somos los demás los que queremos encerrarlos y los wokes los que hacen leyes para poderlos soltar.
