El día de 1936 en el que los republicanos mataron a Víctor Pradera
El pasado mes de agosto la presidenta del Gobierno de Navarra recordaba desde su cuenta en X el asesinato durante la Guerra Civil de las jóvenes militantes en diversas organizaciones de la izquierda (la mayoría en las Juventudes Socialistas) conocidas como las 12 rosas. Su caso es recordado frecuentemente y ha merecido incluso películas.
Hace 85 años que Virtudes, Luisa, Victoria, Adelina, Julia, Dionisia, Elena, Ana, Martina, Joaquina, Carmen, Pilar y Blanca fueron asesinadas por el franquismo.
— María Chivite / ❤️ (@mavichina) August 5, 2024
🌹La historia no olvida vuestros nombres. Las Trece Rosas siempre presentes en nuestro recuerdo y memoria. pic.twitter.com/so8rPXGCAx
La pregunta por tanto es si mañana María Chivite se acordará en su cuenta de X del asesinato de Víctor Pradera, el ingeniero, político, historiador, intelectual y ensayista navarro asesinado el 6 de septiembre de 1936 por el bando republicano. ¿No está Chivite por reconocer a todas las víctimas de todas las violencias? ¿O acaso justifica Chivite la represión en el bando republicano? ¿No era además Pradera navarro y no es presidenta Chivite de todos los navarros?
Víctor Pradera fue un político navarro tradicionalista autor además del libro “Fernando el Católico y los falsarios de la historia”. En este libro, Pradera refutaba la tesis de Arturo Campión y otros historiadores nacionalistas que aseguraban que la bula papal Exigit contumatiam, por la que se declaraba herejes y cismáticos a Catalina de Foix y Juan de Albret, era una falsificación de Fernando el Católico. Según Campión y la cohorte nacionalista, la bula papal narraba hechos posteriores a la fecha pretendida de su emisión, lo que demostraba su falsificación. Pradera, por el contrario, señaló que el calendario utilizado por los Papas en aquella época no era el gregoriano, sino el florentino, que tenía la peculiaridad de empezar el año el 25 de marzo, fecha de la Encarnación del Señor. Por tanto, la bula era auténtica y perfectamente coherente con su marco temporal.
Declarando herejes y cismáticos a Catalina de Foix y Juan de Albret, se liberaba a los creyentes navarros de la obediencia a sus monarcas y se legitimaba la actuación de Fernando el Católico contra ellos en defensa de la religión. Pradera, para disgusto de los nacionalistas y el simplismo de su relato, incardinó los hechos de 1512 en una triple encrucijada entre beaumonteses y agramonteses, entre España y Francia y entre católicos y cismáticos.
En 1917, además, en la Asamblea de Ayuntamientos navarros, Pradera defendió que Navarra permaneciera como entidad separada de las Vascongadas, y en 1932 desarrolló una brillante campaña que condujo al rechazo de la participación de Navarra en el Estatuto vasco-navarro.
Había muchos motivos por tanto, por su tradicionalismo y su antinacionalismo, para que Pradera no fuera un hombre apreciado por los radicales del bando republicano. Así, fue detenido y asesinado en San Sebastián el 6 de septiembre de 1936. Su hijo fue asesinado al día siguiente.
El problema con Víctor Pradera es que recordarlo cuestiona todo el relato mutilado y distorsionado de la memoria histórica de la izquierda. La izquierda en la Guerra Civil fue víctima pero también fue verdugo. Lo que propugnaba la izquierda no era la democracia sino la dictadura del proletariado. Las personas creyentes o que no eran izquierdistas eran perseguidas y represaliadas en las retaguardias republicanas. ¿Recordará mañana Chivite a Víctor Pradera o tendrá un ataque de amnesia? Precisamente por esto tenemos que recordarlo.