Pedro Sánchez, con todos los escándalos que se le van acumulando, anuncia su intención no sólo de no dimitir o no convocar elecciones, sino de perpetuarse en el poder. Espera aguantar 3 años más y los que vengan. Ese es al menos su propósito. Conviene tener siempre en cuenta esto para entender al personaje. Hay observadores que por un lado señalan que Sánchez es un sujeto que todo lo hace, todo lo compra y todo lo vende si le sirve para seguir una noche más en la Moncloa, pero después parecen esperar alguna otra cosa o se hacen alguna ilusión con Sánchez. La intención de Sánchez es gobernar para siempre, entre otras cosas porque el complicado horizonte judicial que le espera a él, o como poco a su entorno más íntimo, le conviene afrontarlo desde las palancas del poder. Eso sí, la voluntad de Sánchez puede ser gobernar para siempre, pero sobre él hay límites biológicos, jurídicos y políticos. De lo que no cabe dudar es de su intención.
Cuando decimos que el propósito de Sánchez es perpetuarse en el poder, literalmente es perpetuarse él. O sea, no sus ideas o su proyecto. Su proyecto es él. Precisamente por eso puede estar en el poder. Si tuviera unas ideas o un proyecto le sería imposible formar la mayoría aritmética que sustenta su silla presidencial, porque limitarían su capacidad de negociar. Es su falta total de ideas, valores y principios la que le permite negociar todo sin límites para contentar a sus socios, tan pronto soltando etarras o amnistiando golpistas como cediendo a Cataluña las competencias de inmigración o rompiendo la solidaridad interterritorial con un concierto catalán.
En su afán por perpetuarse en el poder, Sánchez necesita dos herramientas que le sirvan de colchón. Una es la mayoría mediática y la otra el control del poder judicial. Es duro decirlo, pero en España hay dos clases de jueces: los nombrados por el PSOE y los no nombrados por el PSOE. Mientras los juicios a cargos, dirigentes, familiares y prebostes socialistas no tropiecen con un juez nombrado por el PSOE, los procesos pueden seguir adelante, pero la última instancia que es el Tribunal Constitucional ya la tiene bajo su control el PSOE, como se ha constatado en la nulidad de todo el proceso contra los responsables de los ERE de Andalucía. Llegado el momento Pumpido podría no sólo anular todas las sentencias que pudieran salpicar a Sánchez, sino presentar a Sánchez y su entorno como víctimas de un atropello a sus derechos y garantías constitucionales. Estamos jugando un partido contra alguien que ha elegido al árbitro del partido, por lo que 7 penaltis en el último minuto no son un escenario que pueda quedar excluido.
Así las cosas no queda más remedio que reescribir todas las normas y tomárselo con humor. Eso si, que en todo caso sea su fuerza lo que lo sostiene y no nuestra debilidad. En una coyuntura tan compleja no cabe resignarse sino estar dispuestos a luchar más.
El nuevo Decálogo del sanchismo:
-Amarás al “one” sobre todas las cosas
-No tomarás la Moncloa en vano
-Santificarás a Zapatero
-Honrarás la cátedra de Begoña
-No matarás terroristas de Hamás
-No cometerás actos no autorizados por una llamada de Abalos
-No comprarás sin pagar comisiones a Aldama y Koldo
-No cambiarás de opinión si no te lo pide Silvia Intxaurrondo
-No consentirás pensamientos que no provengan del comité de expertos
-No codiciarás los modelos con menos memoria de iPhone
