14 meses de cárcel y 150.000 euros después, el Tribunal de Justicia de Cataluña ha absuelto al futbolista Dani Alves del delito de agresión sexual por insuficiencia de pruebas. El tribunal no considera que Alves sea inocente, sino que no se ha demostrado su culpabilidad y que de las pruebas existentes, incluyendo las cámaras del local donde sucedieron los hechos, no se aprecia que la denunciante actuara intimidada o bajo coacción para bailar con el futbolista, departir con él o acompañarle después al baño.
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— El Debate (@eldebate_com) March 28, 2025
Tenemos por tanto aquí un nuevo caso en el que chocan dos versiones totalmente opuestas e incompatibles de los principios fundamentales del derecho. Irene Montero ya ha expresado su absoluto rechazo a la sentencia insistiendo por otro lado en algo que ya hizo desde el principio y que encarna perfectamente una de las posiciones en disputa. Montero y el feminismo que representa no sólo consideran al futbolista culpable desde el momento de la denuncia, sin necesidad de ninguna prueba, sino que lo siguen considerando culpable incluso después de la sentencia.
La sentencia que absuelve a Dani Alves alegando que la víctima no es creíble es un claro ejemplo de violencia institucional y de justicia patriarcal que desprotege a las mujeres y, como dice la ONU, mantiene la cultura de impunidad de los agresores
— Irene Montero (@IreneMontero) March 28, 2025
Una y mil veces: sólo sí es sí pic.twitter.com/1dgrXWzEPH
La premisa del feminismo de Irene Montero es que todo denunciado es culpable (salvo que los denunciados sean Monedero o Errejón) hasta que se demuestre lo contrario. No sólo eso, sino que la presunción de culpabilidad del denunciado es prácticamente indestructible. Es decir, la denunciada puede parecer encantada de estar con el denunciado, puede parecer que le acompaña entre risas, puede intercambiar mensajes amistosos antes y después del suceso denunciado, puede mostrarse feliz y sonriente, puede irse de fiesta tras las supuesta agresión, puede bromear sobre el hecho denunciado… nada de eso desvirtuaría la denuncia porque, según esta tesis, ninguna manifestación externa puede poner en cuestión el supuesto trauma interior de la víctima. El problema es que como este trauma es interior no se puede sustanciar en ninguna prueba, y como carece de sustancia tampoco de puede desvirtuar. Por tanto no sólo es que el acusado es culpable hasta que se demuestre lo contrario, es que es imposible probar lo contrario. La propia doctrina del “sólo sí es sí” carece de sentido bajo sus propias premisas, porque una mujer puede estar diciendo sí y en teoría hacerlo bajo una coacción y un terror insuperable, aunque sonría por fuera y firme un contrato asegurando que la relación es voluntaria. Todo depende de lo que la acusada declare sobre posteriormente sobre sus procesos mentales internos e indemostrables.

En el caso de Alves, la acusada aceptó una indemnización del futbolista de 150.000 euros, la cual le fue ofrecida en un intento de rebajar la posible pena condenatoria. Tenemos por tanto a Irene Montero defendiendo la teoría de que cualquier mujer puede cobrar 150.000 euros (o la cantidad que sea) por acusar sin prueba alguna a un futbolista de haberla agredido sexualmente. El futbolista debe ir a la cárcel y/o pagar salvo que se demuestre su inocencia, y además en un marco en el que resulta imposible probar la inocencia.
Irene Montero presumía y razonaba el por qué gracias a su ley del Si es Si, Dani Alves iba a ser condenado
— Renacido 🇪🇸 (@Renacidoaqui) March 28, 2025
Esa ley no vale ni pa tomar por saco
Ahora Irene Montero tiene que pedir perdón a Dani Alves pic.twitter.com/FtXYo0X3Z9
Como en el caso de Errejón o Monedero, tan vez en algún momento también el de Pablo Iglesias, Montero y su tropa están creando el escenario que acaba por devorarlos. Todos ellos están siendo destruidos por sus propios principios de que las denuncias falsas no existen o que las acusaciones no hace falta probarlas porque yo sí te creo hermana. Las acusadoras por otro lado acaban en los casos más mediáticos haciendo documentales, emitiendo las Campanadas, lucrándose en programas de salseo, promocionando sus declinantes carreras, o reclamando a famosos indemnizaciones de grandes cantidades dinerarias. Naturalmente Errejón tiene una madre feminista e Irene Montero podría tener un hijo futbolista, pero el baño de realidad llega tarde y afecta a muchas personas que no han sido promotoras de este delirio. Llegado el caso seguramente los promotores del «solosí» y el «yositecreo» implorarían un juez de la vieja escuela, la única razonable, que no condenara a nadie sin pruebas, siquiera porque lo que se puede probar es la existencia de algo que ha ocurrido, no la inexistencia de algo no sucedido. Nadie puede probar que no ha matado o violado nunca a nadie, será la violación o el crimen del que se le acuse lo que habrá que probarlo. Nadie puede probar que nunca ha estado en Zamora, es una foto de alguien en Zamora lo que puede probar que sí estuvo.

Como consideración final, no deja de ser curioso que lo progresista en el caso Alves sea sostener sin espacio para la duda la culpabilidad de un inmigrante negro tatuado frente a la acusación de haber violado a una mujer blanca, basada en la sola palabra de esta y los prejuicios de una sociedad racista (nos metemos en la película). Por otro lado 3 de los 4 magistrados del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña que por unanimidad ha absuelto a Alves dos son mujeres. La absolución tiene especial valor porque se trata de un caso en el que lo fácil para evitarse problemas hubiera sido condenar al futbolista. No es que dictar a favor de corriente implique que la sentencia no sea justa, pero cuando la sentencia es contra corriente se refuerza la presunción de imparcialidad. Por supuesto esto no implica, como la propia sentencia indica, la santidad del futbolista y siquiera su inocencia, sino que no se puede condenar a nadie sin pruebas, que lo presunto es la inocencia, y que su posible culpabilidad ha quedado sin demostrar.