¿Hay censura en Diario de Navarra? Pues eso es lo que se deduce de una sorprendente información que encontramos publicada en hispanidad.com, el decano de los digitales españoles. El relato de los hechos corresponde al catedrático de Historia Javier Paredes, al cual el propio Diario de Navarra le había encargado un artículo sobre Félix Huarte, para la sección “Navarros que dejaron huella”. De hecho, Félix Huarte fue nada menos que el Amancio Ortega navarro, sólo que en vez de dedicarse al sector textil, como el gallego, el navarro al menos inicialmente se dedicó al sector de la construcción. El Grupo Huarte acabó siendo la constructora más importante del país. Pero es que además Félix Huarte llegó a ser vicepresidente de la Diputación y sobre todo el promotor del llamado Programa de Promoción Industrial para Navarra, en virtud del cual la Comunidad Foral pasó de ser una zona agrícola y retrasada a ser una comunidad industrial y puntera. ¿O pensamos que Navarra siempre fue como la conocemos hoy? El artífice de la Navarra moderna es Félix Huarte, o por lo menos el actor iniciador principal gracias a su talento empresarial. ¿Cuál es entonces el problema para publicar un artículo sobre Félix Huarte?
En el modelo de sociedad cada vez más sectario al que nos va arrastrando el sanchismo, sólo cabe el reconocimiento a las personalidades que obedecieron la más estricta ortodoxia ideológica de la nueva izquierda, al margen de los méritos. De este modo, Yolanda Díaz anda obsesionada en quitar la Medalla al Trabajo a Félix Huarte, aplaudida en su empeño por una parte de la fauna política navarra, a la que tampoco le gusta que sea Medalla de Oro de la Comunidad Foral. La misma izquierda que intenta quitarle la medalla a Félix Huarte, mantiene no obstante sin reparos la medalla del Senado a personajes como Fidel Castro o al presidente del Presidium del Soviet Supremo, Konstantín Chernenko. Si entras en el molde de la ortodoxia ideológica del sanchismo, da igual el historial criminal; si no entras en su molde, da igual el historial empresarial.
¿Cuál es el principal reproche que se le hace a Félix Huarte? Que su empresa fue encargada de la construcción de las obras monumentales del Valle de los Caídos. Nada anormal por otra parte, teniendo en cuenta que su empresa era la más importante del país y ganó el correspondiente concurso. Cabe señalar sin embargo que el éxito empresarial de Huarte ya había comenzado en tiempos de la Segunda República, de modo que no cabe atribuir su progresión al franquismo. De este modo, ya en 1933 Huarte construyó nada menos que la Facultad de Filosofía y Letras de la Ciudad Universitaria de Madrid. En el censurado artículo para Diario de Navarra, al que ahora volveremos, se explicaba que a la inauguración del edificio acudió el presidente de la República, don Niceto Alcalá Zamora, al que esperaban en la puerta entre otros Félix Huarte, el presidente del gobierno Manuel Azaña, los ministros Fernando de los Ríos, Indalecio Prieto, Giral y Zulueta, el entonces rector Claudio Sánchez Albornoz, y personalidades diversas como Unamuno, Menéndez Pidal, Américo Castro o Negrín. Todo muy poco franquista, como ya se puede ver.
A todo lo anterior se puede añadir el hecho de que Huarte procedía de una familia modesta, y que sólo a golpe de empeño y talento se pudo poner en pie su imperio empresarial. La de «imperio» puede parecer una calificación exagerada, como la comparación con Amancio Ortega, pero quizá no somos conscientes de que la familia Huarte se encuentra detrás de obras tan icónicas como las Torres de Colón, el Bernabéu, el Camp Nou, el Palau Blaugrana, el Sánchez Pizjuán, La Rosaleda, el Molinón… y hasta la Base Naval de Rota. No todo fueron buenos momentos. En la época final de la República, Huarte estuvo amenazado de muerte por componentes de la Confederación Nacional de Trabajadores (CNT) capitaneados por un hijo de Largo Caballero, irónicamente impuesto como trabajador a la empresa de Huarte. Al vástago del “Lenin español” le disgustaba particularmente la figura de Huarte porque veía en este empresario “romántico”, que trataba bien al obrero, un enemigo mayor y más difícilmente criminalizable que los patronos “déspotas”. Mucho después la familia Huarte también se las tuvo que ver con ETA, cuando la banda terrorista secuestró a Felipe Huarte en 1973.
Volviendo al artículo censurado y al tema maldito del Valle de los Caídos, precisamente en el texto se desmonta el mito los “trabajos forzados” para los obras. Primero porque en la Cruz monumental no trabajó ningún penado, y segundo porque los presos empleados en otras construcciones habían pedido libremente trabajar en las obras porque de este modo redimían años de cárcel. Por ese trabajo cobraban además un salario y a sus familias se les permitía estar alojadas en los poblados del Valle, por lo que los presos que había trabajando tras la jornada laboral se iban a su casa con sus familias. Además, la empresa Huarte levantó de forma gratuita y por iniciativa propia una escuela para los hijos de los presos, sin cobrar una peseta.
¿Qué pasó con el artículo? ¿Por qué parece que actualmente no se pueden contar todas estas cosas en el Diario de Navarra? El historiador censurado relata en Hispanidad que días antes del puente de la Constitución recibió un correo del responsable de la sección “Navarros que dejaron huella”, encargándole de forma altruista el artículo sobre Félix Huarte. El artículo sin embargo no se publicó en la fecha prevista por decisión del subdirector del Diario de Navarra, Fernando Hernández Morondo, según denuncia el autor. El Diario no habría aceptado la literalidad del artículo para lo cual sólo cabe remitirnos a esa literalidad publicada por el autor en Hispanidad: juzguen ustedes mismos. ¿Por qué sin embargo el Diario de Navarra habría adoptado esta actitud? No nos cabe sino especular, pero un diario vive mejor cuando el gobierno se siente cómodo con él que cuando se siente incómodo, sobre todo cuando como cabe sospechar la publicidad institucional es una de sus principales fuentes de financiación. Contra el gobierno siempre se vive peor y siempre es más cómodo que las llamadas desde el poder sólo sean para recibir algún tipo de felicitación.
Un comentario
DN puede ser criticado con razón por acomodaticio.Pero no me parece justo en este caso,si de lo que se trata es de hacer una semblanza periodística del personaje.Las críticas a las fuerzas izquierdistas están bien fundadas y expuestas ,pero son más propias de otro artículo.