Disolvamos la OMS (si queremos salvarnos) antes de que llegue la próxima pandemia

La Organización Mundial de la Salud (OMS) vuelve de nuevo al ataque alertando tras el COVID de que la amenaza de «otro patógeno emergente con un potencial aún más mortal» permanece, por lo que pide a la comunidad internacional que se prepare ante la posibilidad de nuevas pandemias. El director general de la OMS, Tedro Adhanom Ghebreyesus declaraba en las últimas horas que «cuando llegue la próxima pandemia, que lo hará, debemos estar preparados para responder de manera decisiva, colectiva y equitativa». Y resiliente, feminista y ecosostenible sin duda también.

El caso es que si algo nos ha enseñado el COVID de cara a hipotéticas nuevas pandemias es que si queremos sobrevivirlas deberíamos antes de nada cerrar la OMS.

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Cuando todo el mundo sabía que el COVID se contagiaba por el aire, la OMS seguía negándolo y desaconsejando el uso de mascarillas. Toda la primera ola, la más letal en países como España, la OMS se la pasó negando la evidencia y repitiendo eslóganes mortales a la población. No fue hasta mayo de 2020 cuando la OMS reconoció que el COVID se transmitía por aerosoles. El daño causado necesariamente hubo de ser brutal.

Al margen de lo que cada cual pueda pensar sobre las mascarillas o la pasada pandemia, el hecho es que algo falló gravemente en las autoridades sanitarias mundiales si primero nos decían que no hacía falta la mascarilla y después que había que llevarla de forma obligatoria. En algún momento necesariamente nos dieron un consejo catastrófico, elijan ustedes cuál. Si llevar mascarillas salvó vidas, entonces desaconsejar las mascarillas durante meses fue una recomendación que costó vidas, una recomendación de la que sería responsable la OMS.

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La gracia de todo esto es que el director general de la OMS sigue siendo el mismo sujeto. No se ha depurado ninguna responsabilidad. El mismo tipo que desaconsejaba la mascarilla cuando las cifras de mortalidad se disparaban es el que ahora nos advierte contra una nueva pandemia más letal y devastadora. ¿Con qué credibilidad? Cuando nos aconseje o desaconseje algo, ¿deberemos hacer justo lo contrario como con el COVID?

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Que con millones de muertos en todo el mundo este señor y el resto de la cúpula de la OMS sigan en sus cargos dice mucho de cómo funciona y lo que le importa a esta organización. Si para la OMS, la ONU o los gobiernos mundiales fuera importante la vida de la gente y la credibilidad de la OMS, no hubiera quedado títere con cabeza, para que las recomendaciones ante futuras incidencias tuvieran algún atisbo de credibilidad. Lo que sucede es que a los gobiernos del mundo les viene muy bien la OMS. Les aconseje bien o les aconseje letalmente, a los gobiernos les conviene tener un organismo superior al que responsabilizar de su gestión. El mecanismo es perfecto. Cuando a los gobiernos se les piden responsabilidades estos se escudan en la OMS, y nadie le pide responsabilidades a la OMS.

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Por otra parte está bastante claro por qué fracasa la OMS y es porque como todo en la ONU lo primero es la ideología. La OMS es ante todo un organismo ideológico en el campo de la salud.

Hablando de ideología podríamos recordar el pasado de este incalificable inepto que ocupa el puesto de secretario general, pero lo cierto es que el problema no es la persona sino el sistema. De nada sirve cambiar a la persona dejando igual el sistema. Al menos en eso es cierto que no merece la pena lamentarse por la continuidad de este señor. Al contrario, cabe alegrarse porque no habiendo depuración de responsabilidades alguna, ni apariencia ninguna de credibilidad, de cara a futuras amenazas seremos más desconfiados y estaremos mejor prevenidos frente a los malos consejos que pueda emitir la OMS. O sea, tampoco se trata de hacer necesariamente siempre lo contrario de lo que recomiende la OMS, pero sí de analizar racionalmente y contrastar lo que diga la OMS, de modo que lo que se haga o no se haga sea porque es racional y viene avalado por otras fuentes y no porque lo diga la OMS.

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