Más allá de la actualidad hay cuestiones que los políticos van desgranando las cuales, como asuntos de fondo, resultan mucho más graves y preocupantes que el destello que nos deslumbra a diario. Hace unos días, por ejemplo, Pedro Sánchez anunciaba que nuestra nueva patria es Europa. Nótese que Sánchez ni siquiera dijo que Europa es su nueva patria, sino la nuestra. Sánchez ha decidido unilateralmente por nosotros que nuestra nueva patria es Europa.
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Sánchez: "Europa es nuestra nueva patria y hay que reivindicar el patriotismo europeo. Es una identidad nueva y complementaria a otras como la española y la catalana"
➡️Destaca el trabajo de Von der Leyen: "Feminizar la política le sienta bien a la política" pic.twitter.com/9FLLo6QPQJ
— Europa Press (@europapress) May 6, 2022
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El caso es que, ¿realmente nuestra patria es Europa? Y ni siquiera se trata de que queramos o no que Europa sea nuestra patria, sino si aún queriendo tiene sentido para un español hablar de una patria llamada Europa.
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Por ejemplo, ¿puede sentirse en su patria un español teletransportado a Bulgaria o a Eslovaquia? Para empezar, ¿en qué idioma se comunicaría un español con sus compatriotas búlgaros o eslovacos? ¿En inglés con alguna suerte? ¿Justo ahora que los ingleses han abandonado la Unión Europea?
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Cuesta también sentirse miembro de una patria común cuando un país como Bélgica proporciona asilo político a todo tipo de delincuentes huidos de España. No ya a Puigdemont o a Valtonyc, sino a muchos etarras en los años 80, como Francia. Para ser compatriotas, algunos países europeos se comportan con nosotros no ya como si no fueran compatriotas, sino como auténticos enemigos.
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Que el presidente del gobierno de España no considere que su patria es España, sino Europa, de hecho puede que hasta le inhabilite como presidente de España. Es decir, ¿qué pasa cuando surge un conflicto de intereses (político, económico, jurídico, deportivo, militar) entre España y la UE o entre España y otro país de la UE? ¿A quién sirve con más lealtad Pedro Sánchez? ¿A la patria europea o a España? Parece que el presidente de Francia o el de Alemania defienden dentro de la UE los intereses de Francia o Alemania. Si el presidente de España, por el contrario, pone los intereses de la UE, o lo que es casi lo mismo los de Francia y Alemania, por encima de los de España, entonces no sólo es que somos unos pardillos, sino que efectivamente Pedro Sánchez está inhabilitado para ser presidente de España si su nueva patria es Europa.
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El puesto al que podría aspirar Pedro Sánchez acorde a su patriotismo sería el de presidente de Europa, el problema es que no existe semejante puesto. La patria europea no tiene lengua común, ni presidente, ni elecciones generales, ni ejército… Hay lenguas, presidentes, ejércitos… porque Europa no es una patria, ni una nación, es una organización. No deja de ser curioso que la patria con la que más cómodo parece sentirse Pedro Sánchez es con una que no existe.
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La pandemia ha puesto de manifiesto, por otro lado, la entelequia de la Europa sin fronteras. En cuanto apareció el COVID reaparecieron todas las fronteras, no digamos las fronteras entre estados. Y reaparecieron para cerrarse, evidentemente. La ilusión no eran las fronteras, sino el tiempo en que pensamos que no las había.
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Cabría terminar preguntando qué hueco pretende rellenar un socialista como Pedro Sánchez cuando habla de una patria europea. Es decir, a nadie se le escapan las dificultades de la izquierda para decir España, ni le pasa por alto lo difícil que es encontrar banderas de España en los actos de la izquierda. Cuando la izquierda celebra un acto en Cataluña o Euskadi, el acto se llena de banderas de Cataluña o Euskadi, luego no es un problema con las banderas en general sino con España en particular. Cuando la izquierda francesa o alemana celebran un acto político tampoco faltan banderas francesas o alemanas. Podría concluirse por tanto que el sentimiento que lleva a Pedro Sánchez a declarar que su patria es Europa es la carencia del sentimiento de que su patria sea España. Sánchez busca una patria y ese sentimiento de orfandad le lleva a Europa, no a España.
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Existe otro elemento y es que ser vaporoso patriota europeo es mucho más cómodo que ser patriota español. Declararse europeísta no es conflictivo. Teniendo en cuenta que Europa como patria, sin lengua común, sin un presidente común, sin un ejército común, es una mera entelequia, no tiene más problemas reales que los problemas de las regiones imaginarias. Por el contrario España es real y tiene enemigos y rivales reales. En realidad, todo lo que no es España son o países enemigos o países rivales. Y por supuesto lo que caracteriza a Sánchez son sus pactos con todos los enemigos internos de España y con los países rivales o enemigos que ponen nuestra bandera del revés. Normal que Sánchez se sienta más cómodo con la idea de una evanescente patria europea que con una España real cuya defensa choca con todos los socios que le permiten seguir pernoctando una noche más en la Moncloa. Si su patria fuera España, como él mismo declaraba en un tiempo, gobernar con todos los que está gobernando le quitaría el sueño. Por el contrario, si su nueva patria ahora es Europa puede dormir como un tronco.
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