Hace un par de días era noticia, aunque tampoco mucho (a continuación veremos porqué), que “un hombre” había agredido sexualmente a dos niñas en Sevilla primero en la puerta y después en las cercanías de un instituto.
Sólo algunos medios reseñaban que el hombre sospechoso en cuestión era una persona de raza negra, con todas las trazas por tanto de tratarse de un inmigrante. Como todo el mundo sabe, es política de muchos medios, por convicción o presión, el ocultar sistemáticamente la raza o nacionalidad de los delincuentes que pueblan las noticias de sucesos. No hay que hablar de inseguridad importada si se niega el problema. Para no llamarlo censura o negacionismo, a contar la verdad lo llamamos racismo. La verdad se abre paso, sin embargo, a pesar de todo. ¿Por qué de la agresión sexual a dos niñas se habla tan poco? ¿Por qué esta noticia no abre los telediarios? ¿Por qué a las plataformas feministas ante ciertos casos parece que se les come la lengua el gato? Pues por un lado porque si el sospechoso es inmigrante se corre un tupido velo, y por otro porque este tipo de noticias se están haciendo tan frecuentes que ya no son noticia, las estamos normalizando. Difícil saber cuál de las dos explicaciones resulta más terrorífica para la sociedad española.
La realidad se abre paso no obstante y, aunque muchos españoles nunca se enterarán de estas agresiones sexuales, o de que el detenido es un nigeriano con antecedentes, el hecho es que efectivamente volvemos a estar ante un problema recurrente del que no basta ya con hablar, hay que señalar además a los responsables.
¿De quién es la culpa de que un ilegal con antecedentes agreda sexualmente a dos niñas? Sin duda de todos los políticos buenistas de la izquierda, contrarios a la expulsión inmediata de este tipo de delincuentes. O sea, ya no estamos hablando de criminalizar a los inmigrantes sino de criminalizar a los criminales. No se trata ya de deportar a personas que han entrado irregularmente en España, o de extender la sospecha de forma generalizada sobre todo un colecitvo, sino de actuar contra personas concretas que después de entrar irregularmente han cometido delitos. ¿En qué cabeza cabe que no se expulse ni siquiera a los delincuentes? La agresión sexual que han sufrido las dos niñas de Sevilla hubiera sido perfectamente evitable, si el agresor hubiera sido expulsado en cuanto hubiera cometido el primer delito. La izquierda negacionista es por tanto responsable de todo este tipo de agresiones que se multiplican de forma exponencial en las calles. ¿Cuántas agresiones sexuales podrían haberse evitado si el agresor hubiera sido expulsado la primera vez que infringió la ley? Pues de todas esas agresiones la izquierda negacionista tiene una responsabilidad política. Si la izquierda negacionista no es capaz de ver que se está equivocando desde el gobierno, los españoles tendremos que mandarla al rincón de pensar en la oposición. Lo saben, por eso en vez de resolver el problema nos censuran la información.
Un comentario
Más aún, las culpables de las violaciones cometidas por inmigrantes ilegales son las organizaciones feministas, que callan como ratas.