El gobierno insiste en vigilar el porno que consume la gente, mandarle avisos, ponerle un carnet y todo el delirio de control que caracteriza al socialismo. Esta vez es el porno, pero puede ser cualquier cosa. Pronto tendremos un carnet para vigilar la carne roja que consumimos, los kilómetros que hemos recorrido en coche, el peso que tenemos o las veces que alguien ha leído Navarra Confidencial. Esto es el socialismo. Según el gobierno vaya encontrando las excusas y justificaciones correspondientes, irá estableciendo la consiguiente imposición.
Dicho lo anterior, no es que ahora de repente nosotros nos estemos dedicando a defender el porno. Lo que nos negamos a aceptar es la obsesión del socialismo por el control y la esclavización. En realidad el mayor defensor del porno es el gobierno. O sea, el porno es el hermano mayor de la masturbación, porque no esperarán que la gente se masturbe leyendo el Manifiesto Comunista: si promueves la masturbación promueves el porno. Todos en Navarra recordamos el famoso programa educativo SKOLAE, aunque en cada comunidad va surgiendo un esperpento similar. ¿Hemos olvidado que las fichas de trabajo de aquel programa llamaban a promover entre los escolares la masturbación? Sirva como ejemplo esta ficha, describiendo una actividad en clase para fomentar y cultivar el autoerotismo. Y ahora que gracias a SKOLAE ya hemos convertido al niño en un pajillero hecho y derecho, ¿le ponemos un carnet, le controlamos las pajas y le mandamos advertencias de parte del gobierno? ¿Hasta qué punto no es cierto que al 90% de cosas a las que se dedica el gobierno es a resolver los problemas que previamente ha creado el gobierno?
Si algo se puede tener claro respecto a todo este asunto del pajaporte es que al gobierno no le molesta el porno. Si es que no hace más que incentivarlo entre los niños desde pequeños. Si la modernidad woke no hace otra cosa que hipersexualizar a los menores, ¿nos tenemos que creer que el pajaporte es una medida contra el porno o contra la cosificación sexual de los menores? La propia Irene Montero ha predicado desde su responsabilidad de ministra que los niñes, si había consentimiento de por medio podían tener sexo con quien quisieran. Y sin carnet de puntos. Como si los menores pudieran tener la madurez suficiente para tener sexo con cualquiera pero no para beber, apostar, apuntarse a un curso de Llados o pedir un crédito “con consentimiento”. Las aberraciones del cretinismo irenemontérico las estamos pagando a un alto precio en el campo penal, pero nada comparado con el destrozo que están generando en la Educación.
Entendiendo como funciona la mente de un socialista woke, a lo que nos conduce en último término el pajaporte no es a combatir el porno sino, con este pretexto, a dos destinos muy distintos.
En primer lugar a acostumbrarnos a un absoluto control gubernamental, a través de la tecnología, de todos los aspectos de nuestra vida incluyendo los rincones más oscuros de nuestra intimidad.
En segundo lugar, a crear algo así como una megaproductora pública de pornografía. Es que se ve venir. Igual que para el wokismo hay un terrorismo malo y un terrorismo bueno, una malversación mala y una malversación buena, o escraches buenos y escraches malos, en breve nos encontraremos con el discurso de que hay un porno malo y un porno bueno. Y el gobierno tendrá que garantizar que el consumo de porno es de porno bueno produciendo el estado su propio porno. Un porno feminista, inclusivo, heterodivergente, ecosostenible, antifascista y fatifriendly. Por supuesto que será el estado con el dinero de todes el que tenga que producir este porno, porque a ver quién podría vivir de las ventas de este tipo de porno en el libre mercado.
Lo que vendrá después es un carnet de puntos mediante el que el gobierno comprobará que estamos cumpliendo adecuadamente nuestra obligación mensual de consumir porno bueno. Por supuesto que en manos de estos portentos las cifras de violencia y agresiones sexuales no paran de aumentar. Encontrarán a los culpables del desastre donde sea menos en el espejo, que es el primer sitio en que debieran mirar.
