Cuando la derecha mediática era Isabel San Sebastián

¿Cómo ha perdido la izquierda la batalla mediática?

Es una forma de hablar. Es decir, obviamente siempre hubo mucha más gente que Isabel San Sebastián defendiendo los valores y nuestros respetos hacia Isabel San Sebastián. Pero claramente hace unos años la derecha tenía un grave problema de comunicación. Alternativamente, la izquierda vivía en un pequeño paraíso. Lo que vivimos ahora es el resultado de ese predominio mediático y cultural casi absoluto de la izquierda. Lo que vendrá dentro de unos años será la consecuencia del nuevo escenario actual, en el que la izquierda ya no tiene ese predomino.

Parece que los políticos discuten sobre muchas cosas en el Congreso, pero en realidad sólo discuten sobre una cosa, particularmente los sanchistas: el poder. Todas las discusiones de la izquierda giran en torno a él. Por eso la preocupación central de la izquierda en estos momentos es la comunicación y la pérdida del cuasi-monopolio que tenían hasta la actualidad. A la izquierda esto le preocupa porque la izquierda sí entiende perfectamente el poder de la comunicación.

La izquierda vivía muy bien cuando todo lo que tenía enfrente era Isabel San Sebastián, y una vez más estamos incurriendo en un reduccionismo importante aunque pedagógico. El problema es que ahora la izquierda tiene enfrente a Iker Jiménez, a Pablo Motos a Ana Rosa Quintana… pero además y sobre todo al Xokas, a Frank de la Jungla, a Un Tío Blanco Hetero, a Wall Street Wolverine, a Infovlogger, a Roma Gallardo, a Maricel, a Begoña Gerpe, a Ramsey Ferrero… Son youtubers o influencers que no sólo tienen cientos de miles o millones de seguidores, sino que mantienen un discurso muy potente y combativo contra la hegemonía izquierdista. Y además su público objetivo es en gran medida la juventud.

Pensemos por otro lado en Juan Ramón Rallo, economista liberal otrora vetado por los sindicatos en TVE cuando todavía gobernaba el PP (¿y podemos extrañarnos de la hegemonía cultural de la izquierda?). El caso es que ahora tiene su propio canal de Youtube con casi 800.000 suscriptores. Teniendo en cuenta otras redes sociales, su influencia se extiende a millones de personas.

Irónicamente, algunos de los citados podrían haber pasado en muchos otros momentos por “progresistas”, o lo son en diversos aspectos de su vida y de su discurso, pero si no se han convertido en enemigos de la izquierda por vocación, han acabado en esa posición porque ha sido la propia izquierda quien ha decidido convertirlos en sus enemigos, ir a por ellos y colocarlos en la fachosfera, al otro lado del muro sanchista. ¿O desde cuando Pablo Motos es un conservador y un derechista? ¿Es una ultraconservadora fascista Lucía Etxevarría? Lo que sucede es que la izquierda señala como fascista a todo el que se sale un milímetro de su discurso.

Ante la nueva oleada de libertad que representan las redes sociales y las nuevas tecnologías, la reacción de la izquierda empeora más si cabe su situación. La izquierda ha decido responder a este cambio de paradigma y a esta eclosión libertaria con represión, con agresividad, con censura, con señalamientos, con campañas. Los izquierdistas siempre han sido los mayores inquisidores, pero ahora además lo parecen. A nadie se le oculta su antipatía, su odio a la libertad y su ansia por cerrar la boca a todo el que contradiga en lo más mínimo su discurso. Por otro lado, el discurso de la izquierda cada vez pretende abarcar más aspectos de la vida cotidiana de las personas, controlarlo todo, vigilarlo todo, y perseguirlo todo llegado el caso. Ante esto, o te vuelves un autómata reducido a seguir la programación izquierdista y a repetir acríticamente todos los mantras de lo políticamente correcto, o te rebelas. La izquierda está descubriendo que ni de lejos todo el mundo está dispuesto a convertirse en un robotito woke.

No se trata tampoco sin embargo de que ahora la derecha menosprecie el poder de la izquierda o sobrevalore su propia fuerza. La izquierda no odia las redes sociales porque sean de derechas, sino porque en las redes sociales hay libertad. O sea, hay mucha gente de izquierdas en las redes sociales y hay muchos influencers creando opinión para la izquierda. Lo que pasa es que en las redes sociales hay gente de derechas y gente de izquierdas y la izquierda no estaba acostumbrada a eso. La izquierda estaba acostumbrada a su universo monocolor. No odia las redes sociales porque sean de derechas, sino porque son plurales y hay libertad.

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