Ahora he cambiado de opinión y soy un racista. O ahora he cambiado de opinión y creo que hay que controlar la inmigración. O ahora soy el mismo hipócrita mentiroso que era antes y por tanto sólo voy cambiando mi discurso según me convenga, como siempre. Una de tres, pero algo de esto le ha pasado al líder del socialismo catalán, el nefando ministro de COVID Salvador Illa.
🔴 ÚLTIMA HORA | El líder del PSOE a Catalunya, Salvador Illa, afirma que "aquí no pot venir tothom: hem de regular la immigració, acollir i integrar"
Les enquestes i la creixent preocupació per la immigració descontrolada modifiquen el discurs de tot l'arc parlamentari. pic.twitter.com/3F3MafRGQj
— Estat.cat (@estatcat_) January 28, 2024
Illa es el penúltimo político de la izquierda, no sólo en España sino ya en toda Europa, que se ha pasado con armas y bagajes al lado de quienes piensan que la inmigración debe ser un fenómeno controlado. La izquierda española descubre, empezando por Cataluña, que la inmigración descontrolada es incompatible con la seguridad y con la integración de los propios inmigrantes. ¿O va a descalificar el PSOE a Illa? ¿Va a mantener ahora el PSOE una postura sobre inmigración en Cataluña y otra en el resto de España? ¿Y las dos serán buenas?
El Parlamento alemán da luz verde a las deportaciones masivas de Scholzhttps://t.co/QAfv3dn6Zx
— RTVE Noticias (@rtvenoticias) January 21, 2024
El paso de una postura a otra es legítimo y suele tener lugar a lo largo de un proceso. Si no fuera legítimo cambiar de opinión no estaríamos escribiendo estas líneas. ¿Para qué razonar con alguien que no piensa como nosotros si al mismo tiempo le afearíamos que cambiara de opinión y nos diera la razón? Cambiar de opinión está bien, pero hay que analizar el porqué. Los socialistas en España, por ejemplo, cambian de opinión de un día para otro, cambian de opinión todos a la vez y cambian de opinión sólo un segundo después de que haya cambiado de opinión el líder. Eso no es cambiar de opinión, eso es seguir la opinión del líder, ser una cacatúa, no tener propia opinión, o estar a sueldo del partido del líder.
Cuando quien lesiona los bienes jurídicos-penales de una persona, se encuentra en situación irregular en España, ¿qué responsabilidad debe recaer sobre el Estado garante? https://t.co/q1b9FqrgfS
— Señor iuris (@JuridicoQue) January 29, 2024
En el caso de los socialistas se da el agravante de que hasta el día mismo que cambian de opinión, por ejemplo en este asunto de la inmigración, a lo que se dedican es a insultar a todo el que no tiene su misma opinión. El que no tiene la misma opinión que los socialistas o los izquierdistas en general es, según el campo de debate en el que nos movamos, un fascista, un racista, un xenófobo, un homófobo, un machista, un negacionista… La idea es que quien no opina lo mismo que la izquierda no es alguien que está equivocado, es un hijo de puta. Por tanto la izquierda puede mentir, robar, sodomizar la Constitución y amnistiar o alcanzar acuerdos con quien haga falta. A un delincuente se le amnistía a cambio de sus votos, pero es que es eso o que gobiernen los hdp. Como lo que legitima la forma de llegar al poder es que los otros sean unos hdp, nadie que no sea sanchista, a ver si se entera Feijóo, se va a librar haga lo que haga de ser tachado de hdp.
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La pregunta por tanto es qué pasa cuando la izquierda, particularmente el PSOE, cambia de un día para otro diametralmente de opinión. O sea, si el día antes el que no tiene la misma opinión que el PSOE es alguna clase de hijopdeputa (machista, racista, fascista), ¿se convierten en hijosdeputa los socialistas al cambiar de opinión? ¿Es Illa ahora un hijodeputa o es que los hijosdeputa se revela de repente que no eran tan hijosdeputa? A lo mejor es que como los terroristas ahora hay buenos y malos hijosdeputa.
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El matiz de que los cambios de opinión del PSOE se produzcan de repente resulta relevante y dice poco de su posible sinceridad. Seamos sinceros, hay muchísima gente en la izquierda que se da cuenta, igual que los demás, que la inmigración descontrolada está generando ya en algunas ciudades y barrios unos graves problemas de integración, convivencia y seguridad. O sea, que no es que mañana vaya a cambiar de opinión de repente, sino que ya hoy piensa lo mismo que aquellos a los que insulta. ¿Qué es lo que hace entonces que la izquierda decida dar el paso para cambiar su discurso? Lisa y llanamente las expectativas de voto. O la necesidad de los 7 votos de un socio. La izquierda defenderá a los inmigrantes sólo mientras piense que con un discurso pro-inmigración descontrolada puede obtener una mayoría y criminalizar a sus rivales. La izquierda no defenderá a los inmigreantes ni un segundo después de que vea que defendiendo el welcome refugees sin control puede perder el poder. Evidentemente lo que todo esto pone de manifiesto es que a la izquierda no le importan ni los inmigrantes, ni las mujeres, ni los pobres ni los gays, ni la verdad, sino sólo el poder.
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