¿Es legítima la violencia contra un tirano? Es más, ¿existe otra forma de librarse de un tirano que la violencia? ¿Es Nicolás Maduro un tirano? ¿Cómo sacar del poder a Maduro? ¿Esperando sólo a las siguientes elecciones? Todas estas preguntas nos las hacemos al hilo de la noticia de que la nueva presidenta de México, la antiespañola Claudia Sheinbaum, fue miembro de la organización armada M-19, según ha revelado el presidente de Colombia, Gustavo Petro. Petro habla de dos presidentes del M-19 en Hispanoamérica, el otro sería él mismo.
El M-19 fue una guerrilla colombiana de izquierdas surgida tras las irregularidades de las elecciones presidenciales de1970, en virtud de las cuales se declaró vencedor el Frente Nacional del derechista Misael Pastrana. Esto tiene su enjundia porque si consideramos legítima la violencia del M-19, ¿cómo podríamos considerar ilegítima la violencia contra Maduro? Sin embargo, casi todos los apoyos de Maduro bendicen al M-19, a Petro y a Sheinbaum.
La historia del M-19 se encuentra lejos no obstante de ser una historia incontrovertida. En noviembre de 1985, un comando del M-19 asaltó el Palacio de Justicia de Bogotá tomando como rehenes a 350 civiles. La acción se resolvió con la muerte de 98 personas y la desaparición de otras 11. El M-19 también secuestró y asesinó a un sindicalista desafecto en 1976, dos años antes de que Petro entrara en la organización. Petro era perfectamente consciente por tanto de que no se unía a una plataforma dedicada a la meditación y la búsqueda de la paz interior.
¿Es legítima la violencia contra una tiranía, volviendo a la primera pregunta? No se trata de una cuestión sencilla. ¿Es entonces legítima la violencia de ETA en el período franquista? ¿Es legítima la toma de rehenes del M-19? Como mínimo, para que la violencia sea legítima el objeto de esa violencia tendrá que ser el intentar restaurar el derecho y la libertad. O sea, no cabe considerar legítima la violencia contra una tiranía que pretende establecer otra tiranía. Es el caso de ETA, por ejemplo. La violencia contra la tiranía tampoco puede ser legítima si realiza actos ilegítimos, como tomar rehenes civiles, matar indiscriminadamente o ejecutar a personas desarmadas. No todo puede quedar justificado en nombre de la lucha contra la tiranía.
Lo que está clara aquí una vez más es la hipocresía y la doble vara de medir de algunas personas, que tan pronto legitiman al M-19 por oponerse a un pucherazo como justifican por otro lado la represión de Maduro contra quienes se oponen a su pucherazo. Lo mismo aplauden a Petro o a Sheinbaum que reprueban a Edmundo González o a María Corina Machado, y eso que estos últimos no pertenecen a ningún grupo armado ni han tomado como rehenes en Caracas a 350 personas.
Decíamos que la lucha violenta contra la tiranía se deslegitima si no busca la libertad, sino otra tiranía, o si recurre a una violencia desproporcionada, cruel o indiscriminada. En el caso de los defensores de diversas guerrillas u organizaciones izquierdistas, nos encontramos casi siempre con ambas taras y alguna invitada a la fiesta más, que en este caso podría ser hasta la sombra de Pablo Escobar.