Chivite no es una puta, pero los agricultores tienen razón

Julia Otero ha estado en las últimas horas por Navarra haciendo su programa, y María Chivite ha aprovechado para visitarla. Hay veces que Chivite anda muy desaparecida, pero hay otras en que está todo el rato tras un micrófono. Naturalmente también aquí Chivite habló de los insultos que recibió en Olite, pero ese es otro asunto. Como otro asunto es intentar ver a Chivite acercándose a ser entrevistada en un medio poco amigable. A fin de cuentas, ¿a qué medio que fuera hostil podría acercarse Chivite? ¿Quedan muchos? A lo mejor esa es una parte del problema, que apenas hay medios hostiles a Chivite. Y después nos sorprendemos de que a Navarra le vaya tan mal y al pentapartito le vaya tan bien al mismo tiempo.

Que Julia Otera simpatice con Chivite tampoco resulta sorprendente. A fin de cuentas Julia Otero es una periodista que tan pronto cierra un contrato estratosférico con TVE cuando gobierna el PSOE que es incluida también por TVE en una lista de candidatos al español más importante de la historia. Si por tanto Chivite va a sudar sangre delante de un micrófono, no va ser obviamente delante del de Otero. Un ecosistema político-mediático para detentar el poder no se paga solo. Si un día te aparece un caso Koldo, el impacto social y electoral de ese caso depende de la fuerza que tengas en ese ecosistema político-mediático. Nótese como el dinero fluye entre el contribuyente, TVE, Julia Otero y PRISA. Todo dinero que un político gaste en los medios es poco, y menos aún cuando es el dinero de todos.

Dicho lo anterior, lo cierto es que una de las cuestiones más curiosas del programa de Julia no fue la intervención de Chivite, sino los chuletones bioimpresos en 3D a partir de células de carne.

Mientras que casi todo lo que pase con Chivite es una anécdota, lo de los chuletones alcanza el nivel de categoría porque, igual que una transición energética, desde Davos y la Agenda 2030 se ha programado también una transición alimentaria. E igual que elegir entre coche de combustión o eléctrico no va a ser optativo, elegir entre chuletón de vaca y chuletón sintético tampoco va a ser optativo. ¿Quién elegiría el chuletón bioimpreso si fuera optativo?

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El asunto vuelve a enlazar sin embargo con Chivite y las protestas de los agricultores porque la transición alimenticia y el animalismo forman parte del desmantelamiento deliberado del sector primario y la “restauración” de la naturaleza. No sólo es que nuestros agricultores no pueden competir con las fresas regadas con aguas fecales que vienen de Marruecos, sino que a medio plazo la alternativa a la destrucción del sector primario español ni siquiera es Marruecos, sino una impresora 3D con una pasta alimenticia fabricada por Bill Gates con gusanos o con fetos.

Tal vez Chivite debería preocuparse más por lo que llevan las fresas de su postre que por las descalificaciones de un agricultor, pero si Chivite come tranquila porque examina los códigos de barras antes de comprar entonces la mala noticia para ella, y para muchos, es que los códigos de barras de los productos no garantizan el origen español. Tanta normativa y tanta tecnología y ni siquiera podemos saber lo que comemos. No es que no podamos saberlo, es que no quieren que lo sepamos. Y además no quieren que sepamos que no lo sabemos. Cuanta más extensa y jeroglífica es la ley, más trampas caben dentro. La híper-regulación no sirve para nada salvo para que parezca que los políticos hacen algo, y para crear una falsa sensación de seguridad y confundirnos.

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