La llegada masiva e incontrolada de menas es una bendición y por tanto hay que pagarla. Si no pagarámos 50.000 euros por traer a cada mena a Navarra, los canarios se los quedarían todos y sólo ellos disfrutarían de la bendición de su llegada. Hay que quitárselos de las manos y 50.000 euros por cabeza son pocos para lograrlo.
La Consejera de Derechos Sociales, Carmen Maeztu, ha declarado que el Gobierno de Navarra destinará 50.000 euros para la manutención de cada mena que van a ser acogidos llegando desde Canarias durante los próximos días: «El tipo de recurso residencial que tenemos aquí son pisos de cinco menores que cuentan con el acompañamiento de profesionales las 24 horas del día». Navarra proporciona cuidados y ayudas a los menas hasta que cumplen los 21 años, tres por encima de la mayoría de edad. No está claro que la solidaridad migratoria haya que medirla sólo en términos migratorios, pero ya que a menudo nos venden la inmigración como una necesidad económica, cada uno de estos menas ya de entrada tendrá que generar 50.001 euros para empezar a presentar un balance positivo.
Resulta curioso que acojamos tan generosamente, con cargo al presupuesto, a todo ilegal que llega a España salvo a los 10 saharauis que han pedido asilo político en España y que Marruecos reclama. O sea, que consideramos refugiados a todos menos a los que realmente lo son. Nos venden la llegada masiva e incontrolada de inmigrantes en nombre de la solidaridad con los que huyen de la represión y la guerra y, paradójicamente, para 10 que realmente vienen huyendo de la represión no les dejamos entrar y los deportamos. Los deporta además un gobierno y unos socios que se pasan el día expresando su apoyo y devoción por los saharauis, siempre que ese amor y devoción a los saharauis no tenga que traducirse en el mundo real en hechos tangibles y prácticos. Un mínimo decoro, tras el abandono oficial de la defensa del Sahara y la deportación de los saharauis, exigiría que el gobierno socialista y sus socios dejaran al menos de de realizar gestos vacíos o de presentar declaraciones parlamentarias huecas, que chocan frontalmente con la realidad de sus actos. Esto ya no es sólo ser hipócritas por parte de PSOE, Podemos, Sumar o Bidu, sino reírse a la cara de los saharauis. Que los abandonen pero sin burlarse de ellos.
Respecto a la acogida masiva e incontrolada de inmigrantes estamos en lo de siempre. El discurso de que la inmigración es objetivamente mala es tan simplista e irresponsable como el de que la inmigración es objetivamente buena, que no hace falta ningún control y que no importa cuántos vengan o a cuántos podamos acoger sin que empiecen a aparecer efectos secundarios indeseados, tanto sobre la economía, como sobre el presupuesto como sobre la seguridad. El descontrol migratorio es total y la posible xenofobia que pueda surgir por los efectos secundarios indeseados va a ser provocada precisamente por los responsables de ese descontrol.
