Ayer mismo informábamos en Navarra Confidencial de que la plataforma Navarros Todos y la historia completa había abierto una web para poder apoyar la Iniciativa Legislativa Popular que pretende garantizar la conservación del Monumento a los Caídos en Pamplona. Pues bien, como para confirmar la necesidad de esta iniciativa hoy ha sufrido un ataque con pintura roja el Monumento.
¿Quiénes son los responsables de este ataque? ¿Qué partidos van a rechazarlo? Ahí es donde no cabe sino denunciar la postura de quienes lo mismo van a celebrar un ongi etorri a un terrorista que a tirar pintura al Monumento a los Caídos. Ni después de muertos dejan en paz a sus enemigos. Los muertos, por cierto, seguro que son los abuelos de muchos de ellos.
Lo que en todo caso no va a pasar es que la pintura tape la verdad. La Guerra Civil no fue un conflicto entre demócratas y antidemócratas. El bando republicano no era democrático. Lo que propugnaban el PSOE y el PCE no era la democracia sino la dictadura del proletariado. Cada vez que se ataque la verdad con pintura, la verdad será defendida con datos. La publicación de la UGT de Navarra “Trabajadores”, en el suplemento al número 166 de abril del 34, daba cuenta del V Congreso de las Juventudes Socialistas, en el se refiere “el hundimiento definitivo de la tendencia reformista”, cómo “los jóvenes socialistas reniegan corajudamente de las ilusiones democráticas y evolutivas”, y que “el movimiento socialista de España, por un proceso rapidísimo de radicalización del que no hay otro ejemplo en la historia, se encuentra a sí mismo volviendo a las puras fuentes del Socialismo marxista, esencialmente revolucionario”.
El boletín de la UGT, celebrando la “magnífica postura” de las Juventudes del PSOE, indica que las medidas que se propugnan desde esta organización son en primer lugar la “formación de las Milicias Socialistas, que serán el ejército de choque ofensivo-defensivo para la conquista totalitaria del Poder político y del Poder económico”.
El boletín concluye esta información indicando que “este es el camino del Socialismo, que las Juventudes de Navarra junto a sus hermanos del resto de España seguirán con disciplina ciega y heroísmo sin límites”.
Subrayemos que hablamos todavía de abril de 1934, antes del golpe del 34, antes del asesinato de Calvo Sotelo, antes de julio de 1936 y antes de Franco. Señalemos asimismo que esto no es lo que la derecha decía de la izquierda, sino lo que la izquierda decía de sí misma y de sus pretensiones en sus propias publicaciones. Esto es por tanto lo que los enterrados en los Caídos tenían en frente: no unos demócratas, sino defensores de la violencia y de la dictadura del proletariado. No organizaciones pacíficas sino organizaciones que ostentaban la hoz, el martillo, la bandera de la URSS y la foto de Stalin. No gente respetuosa, sino exaltados que buscaban quemar las iglesias y perseguir a los cristianos, como efectivamente hicieron antes y después del 18 de julio. La alternativa al alzamiento de los nacionales no era la paz y la democracia, sino la media España en la que se masacró a los religiosos, se levantaron las checas y se asesinó a decenas de miles de personas por sus ideas. Franco no era obviamente un demócrata, pero la alternativa a Franco no era Suiza, sino la Rusia de Stalin. No porque lo digamos nosotros ahora, sino porque lo decían ellos entonces. No hay capa de pintura, aunque sea roja, que pueda tapar la realidad de la historia.
2 respuestas
Puedo jactarme de haber leído un muy buen número de ejemplares de la revista «Trabajadores», un semanal que constituía una auténtica cizaña social. Sin exageración alguna puede decirse que esta publicación fue un llamamiento constante y sistemático a la revolución violenta y a la guerra civil. Su lectura explica de forma clara y meridiana por qué pasó lo que pasó el 18 de julio de 1936. Muchos de los que hoy preconizan la destrucción del Monumento a los Caídos puede decirse , a buen seguro, que están en disposición de hacerlo porque su existencia fue garantizada por aquel suceso. Me resulta triste tener que hablar así, pero no cabe otra en la tesitura en que me han colocado los adalides de la memoria histórica o «democrática».
No tiene lógica que un partido político como el PSOE y un sindicato como la UGT, con la historia que acarrean, estén legalizados. Es como si en Alemania existiera todavía el partido nazi de Hitler. Todos ellos tienen en común, además de otras tropelías, el haber promovido y cometido crímenes desde la impunidad.