11 años y 40 millones después, Sunsundegui pide el preconcurso de acreedores

Sunsundegui es una empresa icónica en Navarra, aunque sus orígenes se remontan a Irún y al año 1944, cuando el empresario José Sunsundegui fundó un taller para la reparación de vagones y material ferroviario. Cuando RENFE empezó a reparar su propio material, Sunsundegui tuvo que reinventarse y dedicarse a la fabricación de carrocerías de autobuses y trenes. Para entonces, desde 1956, la empresa ya había trasladado su factoría a Alsasua, donde durante años fue un polo de generación de riqueza y producción industrial. El problema es que las empresas, en el mejor de los casos, como todos los organismos nacen, crecen y mueren, y hace mucho tiempo que Sunsundegui evidencia su agotamiento como proyecto empresarial.

Ya en 2009, Sunsundegui estuvo al borde de la quiebra al punto de que se tuvo que hacer cargo de ella el Gobierno de Navarra a través de Sodena. Desde entonces la historia de Sunsundegui ha sido una travesía en el desierto apenas salpicada por algunos espejismos. De hecho, en 2013 la empresa afrontó una crisis entrando en preconcurso de acreedores. Con unas cuentas aterradoras, el Gobierno de Navarra buscó la forma de salir de Sunsundegui tratando de mantener viva la empresa, cosa que se ha ido consiguiendo mediante sucesivas inyecciones de dinero público. Hablamos por tanto de una empresa zombi a la que se mantiene viva artificialmente con dinero del contribuyente hace más de una década.

Desde luego ya en 2013 si no antes hubiera sido el momento de plantearse la viabilidad de esta empresa, pero el problema con carácter previo es el posicionamiento del gobierno y de los partidos políticos respecto a las empresas zombi. En una economía sana sólo puede haber empresas que ganan dinero o empresas cerradas. Evidentemente puede haber empresas que atraviesen un bache, pero en último término o lo solucionan y ganan dinero o lo que procede es bajar la persiana. El gobierno puede quizá prestar un soporte puntual, pero bajo ningún concepto pueden existir indefinidamente empresas zombi soportadas con el dinero del presupuesto. Una economía próspera no funciona manteniendo artificialmente a empresas que no funcionan, sino dejando que cierren y favoreciendo que se pongan en marcha empresas que sí funcionan. Otra cosa es apostar por un modelo en el que los recursos se sacan de los lugares en los que se crea riqueza para redirigirlos hacia donde se destruye. Un modelo semejante, lógicamente, no tiene otro final posible que la ruina. El problema es que para evitar este modelo a veces hay que tomar medidas duras e impopulares. O sea, medidas poco políticas.

Hace unos meses, tras la pérdida del último contrato esperanzador con Volvo, hasta la sección sindical de CCOO exigía investigar el caso Sunsundegui y depurar responsabilidades, denunciando la pésima gestión de la empresa por parte de su dirección, su Consejo de Administración, el Gobierno de Navarra y Sodena. Sunsundegui acumula una deuda de 35 millones de euros, casi 15 de ellos con Sodena y la sociedad estatal Cofides. Desde 2013 se han inyectado en Sunsundegui más de 40 millones de euros de dinero público. El caso resulta sangrante porque el coste en dinero público de intentar mantener una plantilla de unas 200 personas rondaría los 200.000 euros por trabajador. Total para para 11 años y 40 millones después volver a un preconcurso de acreedores y una posible quiebra, o sea el punto inicial.

La mala noticia es que la alternativa sana a una economía zombi es una economía dinámica, business friendly, en la que no es un problema que se cierre un negocio si se abren cuatro. Pero la Navarra de 2024, infierno fiscal cuyo gobierno y sus socios compiten por ver quién odia y persigue más a los empresarios e inversores, está muy lejos de ser un lugar interesante para el comercio y los negocios. La Navarra del cuatripartito se encuentra pilotada por un PSOE radicalizado, por una coalición dirigida por un secuestrador de empresarios, por un partido cuya referencia es Nicolás Maduro y por un PNV al que en Navarra sólo le interesa, subordinando todo el resto de cosas a eso, la construcción nacional de Euskal Herria.

Si la cosa pinta mal en Navarra en general, no digamos si de lo que se trata es de buscar una inversión alternativa a Sunsundegui en Alsasua en particular. Ospa Eguna, Alde Hemendik, Txabales de Alsasua. A ver qué empresa se anima a buscar Alsasua libremente como destino con esa carta de presentación.

Aparte de todo lo anterior, a toda la gestión del Gobierno de Navarra en los últimos años habría que calificarla de desastrosa y a su política informativa como fake news.

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