La planta de BSH en Esquíroz que ha anunciado su cierre, dejando 600 puestos de trabajo en el aire, produce neveras y lavavajillas para las marcas Bosch, Siemens y Balay. La noticia es nefasta para Navarra y para su otrora pujante sector industrial. Lo es tomada en sí misma, pero sobre todo lo es tomada en relación al goteo constante de ERES, ERTES, traslados, cierres y deslocalizaciones al que estamos asistiendo en la Comunidad Foral en los últimos tiempos. Como no hay peor ciego que el que no quiere ver, el último en enterarse de lo que pasa es el gobierno. El causante del problema resulta que también es el médico. O supuestamente tendría que serlo.
Hace apenas unos días era Berlys-Taberna, unos días antes Sunsundegui, y constantemente los nubarrones sobre Gamesa, Acciona o Volkswagen. Flamasats tampoco al final abre planta en Aoiz y al mismo tiempo, en la vecina Aragón, vemos como pasan ante nuestras narices decenas de miles de millones de euros en inversión. En inversión en tecnología, sectores en crecimiento y modernidad, además.
Interesa subrayar este marco general de empresas a la fuga porque nunca faltan los satélites gubernamentales abriendo hilo para negar la realidad, para explicar que si tal empresa se marcha nada tiene que ver con la fiscalidad, la inseguridad jurídica o la hostilidad gubernamental, y que el gobierno ultraizquierdista que nos dirige nada tiene que ver con toda esta auténtica espantada empresarial. Lo que sucede es que ante la salida de una empresa pueden caber las dudas sobre los motivos, pero cuando estamos ante una auténtica catarata de fugas es evidente que existe un problema. De hecho, la pregunta es si la constante de todas estas empresas que cierran, o se marchan, o no vienen a Navarra, para los partidos que sostienen al gobierno es un problema o una situación digna de celebración. Es decir, tenemos sosteniendo al gobierno, y por tanto determinando sus políticas, a partidos liderados por sujetos cuya única relación con los empresarios ha sido meterlos a punta de pistola en un maletero, o por sujetos que llaman abiertamente terroristas a los empresarios, cuyo modelo económico es Cuba o Venezuela, y que consideran un mal la existencia de empresarios y de empresas privadas, como si los lugares sin empresarios y sin empresas privadas fueran maravillosos. Por tanto, cuando estos políticos que determinan la política foral escuchan las noticias de todos estos cierres, todos estos ERES y ERTES, o todas las inversiones que no vienen, ¿lo lamentan o lo celebran? Si lo celebran, ¿cómo van a rectificar? ¿Van a abrir una empresa pública en Esquíroz, a cargo de los contribuyentes, que sí sea competitiva y a la que le compre el producto la Bosch? ¿Cuál es su solución? Si no van a cambiar nada, ¿consideran bueno seguir así?
Las empresas vienen y van. Hay empresas a las que les va bien y empresas a las que les va mal. Hay sectores que crecen y sectores que decrecen. Hay ciclos al alza y ciclos a la baja. Hasta cierto punto, que haya empresas que cierren o se vayan es parte del juego. El problema es que cuando una empresa cierra no venga otra detrás a volver a levantar la persiana. Lo preocupante de una cara de la moneda es que haya empresas que se van pero sobre todo que no haya empresas que vengan a sustituirlas más que con cuentagotas. Ahí es cuando hay que empezar a preocuparse, preguntarse qué está sucediendo y comenzar a adoptar soluciones. O no hacer nada y ver cómo todo el tejido empresarial de Navarra se va evaporando. ¿Cuándo se va a empezar a preocupar el gobierno? ¿Cuando vea en peligro su mayoría electoral? Para cuando llegue ese momento el nivel de devastación puede ser estremecedor. No sólo eso, sino que puede ser difícilmente reversible. No bastará cambiar de gobierno para revertir inmediatamente la situación. Igual que la economía no se ha hundido nada más cambiar de gobierno, sino que asistimos a un leve declive inicial que poco a poco se va acelerando, tampoco habrá un cambio económico real de la noche al día cuando haya un cambio de gobierno. La pregunta es en qué punto estaremos ya cuando llegue ese cambio.
Nos consta que los empresarios navarros llevan tiempo suplicando a Chivite una revisión de nuestro modelo fiscal. Chivite no sólo no les escucha, sino que presume del maltrato que reciben en Navarra las empresas, particularmente las grandes empresas. Efectivamente, el PSOE y sus socios no sólo es que no acometan políticas pro-empresa, o siquiera neutrales, sino que detestan a las empresas y los empresarios. Viven todavía en la dialéctica marxista anterior a la caída del muro. Les interesa mantener viva esa dialéctica a pesar de sus malos resultados económicos porque les ofrece todavía buenos resultados electorales. No es fácil por tanto esperar un giro salvo que venga impuesto por un giro político impulsado por el propio electorado, un electorado que en buena medida no entiende que el estado del bienestar que tanto predica no existe en los países comunistas, sino en países en donde existe un sector privado muy fuerte capaz de financiarlo. ¿Cómo se va a mantener el estado del bienestar sobre la destrucción del sector privado?
Entretanto, la realidad es que las grandes empresas pagan en Navarra los impuestos más elevados de España. El 28% frente al 25% generalizado o el 24% vasco. Ningún otro gobierno de España, ni los más izquierdistas, maltratan a las empresas más que nosotros. ¿Nos extraña entonces que las empresas se vayan o que se instalen en cualquier lugar antes de venir a Navarra? ¿Vamos a recaudar más subiendo los impuestos a las empresas si al mismo tiempo las espantamos? ¿Cómo vamos a atraer al talento, a los mejores directivos o a los grandes contribuyentes si aquí tienen que pagar el 52% de IRPF y en la CAV pagan 3 puntos menos? Un directivo paga más impuestos en Navarra que en Alemania. Según el Índice Autonómico de Competitividad Fiscal del año 2024, Navarra ocupa el puesto 19 de 19 en IRPF y el 19 de 19 en Patrimonio. En Sucesiones habrá que celebrar que sólo somos los 15 de 19. ¿Tenemos claro si queremos atraer o espantar la inversión y el talento? Porque si lo que queremos es espantarlos, a lo mejor tenemos que estar celebrando la fuga de empresas junto al gobierno y sus socios. Porque será que lo celebran si no rectifican y no ponen remedio. Eso sí, después no nos lamentemos. No seamos infantiles. No se puede querer espantar a las empresas y los inversores por un lado y lamentar las consecuencias de espantarlos por otro.
Un comentario
Efectivamente, hace unos dias un joven mató a un ceo de una aseguradora en estados unidos, al parecer las aseguradoras no tienen alma, y los ciudadanos son maltratados y pueden llegar a no ser atendidos, por carecer de seguro. No hay un estado del bienestar en USA, pero sin embargo millones de personas siguen buscando el sueño americano, y tratan de huir de la pesadilla de su propio pais. «El estado del bienestar no existe en los países comunistas, sino en países en donde existe un sector privado muy fuerte capaz de financiarlo».