Las empresas son máquinas de generar beneficios sociales

La sociedad española debe cambiar su percepción sobre las empresas y los empresarios. Frente a una parte importante de los políticos y los medios que criminalizan constantemente a los empresarios y promueven su persecución, es importante que el conjunto de la sociedad obtenga una imagen más real de lo que significa para un país el poder disponer de un fuerte tejido empresarial, tanto por una cuestión de justicia como por propio interés.

Tomemos por ejemplo las cuentas de una entidad tan odiada como un banco, el banco Santander. A muchos les han escandalizado recientemente los beneficios del último año de la banca en España. No todos los años en los últimos tiempos han sido sin embargo tan espectaculares para los bancos, cuando los tipos de interés estaban mucho más bajos. Pero detengámonos en algunos puntos de las cuentas del Santander que pueden interesarnos.

Así, por ejemplo, una de las primeras cosas que observamos es que el banco obtuvo el año pasado un beneficio atribuido de 12.574 millones de euros , pero que el impuesto sobre beneficios fue de 5.283 millones de euros, lo que supone un tipo fiscal efectivo del 28%. Interesa retener este dato por dos tres motivos. Primero porque cae el extendido mito de que las grandes empresas en España sólo pagan impuestos del 3%. Frente al relato, la cuenta de resultados. Segundo, porque parece escandaloso que crezca el beneficio de una empresa, pero en cambio ningún político se escandaliza de que los impuestos estén subiendo, lógicamente, en proporción a esos beneficios. Tercero porque aquí ya tenemos un primer pago a Hacienda del 28% que no es poco, pero que en absoluto será el último y hay que recordarlo para ver cómo después se va a acumular a otros pagos. Spoiler: el gran beneficiado de todo, sin arriesgar nada, es siempre el estado.

Otro apartado muy relevante en las cuentas es el de los gastos de personal. El Santander emplea a algo más de 200.000 personas en el mundo y casi 25.000 de ellas en España. El banco dedicó 14.328 millones para pagar los salarios de esas personas. Es decir, el Santander paga en salarios una cantidad superior a la que acaba ganando. Entre impuestos y salarios que paga, la cantidad que genera el Santader no sólo iguala lo que gana, sino que casi la duplica. A eso nos referimos con que las empresas son máquinas de generar ingresos sociales. Por supuesto todas esas personas que reciben un salario del Santander además después pagan impuestos, aunque eso no lo recoja la cuenta de resultados del banco, pero también es un beneficio para el estado. La izquierda habla siempre además de imponer impuestos a las empresas como si ahora las empresas no pagaran impuestos.

Significativamente, el Santander tiene una cartera de bonos de 127 mil millones de euros, de los que el 30% son bonos españoles. Es decir, el Santander invierte cerca de 40.000 millones en deuda pública que en definitiva es dinero prestado que pasa del ahorro de los particulares a las arcas del gobierno. El gobierno no podría mantener sus niveles de gasto si no fuera por el dinero que capta de los bancos. Y esto sin contar los fondos que son de los clientes, que el banco se limita a gestionar, y que en parte también se dedican a deuda pública y a prestar dinero al gobierno. Las empresas son máquinas de generar beneficios sociales, y también máquinas de generar beneficios al gobierno. Hacen falta unos políticos muy insensatos para contemplar a las empresas como enemigas.

Además de todo lo anterior, el Santander tiene 3,48 millones de accionistas. Conviene tenerlo en cuenta para que no parezca que los 14.000 millones de beneficio se los lleva una persona, un único beneficiario. ¿En qué universo es un problema que a todos los españoles que ahorran y que invierten por ejemplo en acciones del Santander les vaya mal? Por el contrario, a todos nos interesa que a la salud financiera de los hogares les vaya bien. De los beneficios del banco, la mitad se reparte en forma de dividendos pero la otra mitad se reinvierte para reforzar a la empresa y aumentar su crecimiento.Este dinero se suma a los ingresos que cada accionista paga por IRPF. Otra vez el estado vuelve a poner el cazo. Si el ahorrador vende sus acciones y consigue una plusvalía, una vez más paga su correspondiente IRPF y el estado vuelve a poner el cazo. ¿Cómo se cree Yolanda Díaz que su gobierno lo paga todo? ¿Se creen Pablo Iglesias o Ione Belarra que estados como el sueco son fuertes con independencia de tener un tejido empresarial privado muy fuerte, o que estados como el cubano o el venezolano son una ruina por alguna razón misteriosa al margen de haber perseguido y destruido a los empresarios? La izquierda y el gobierno deberían estar celebrando, como principales beneficiarios, los buenos resultados de las empresas.

El problema de todos modos no son Belarra u Otegui, sino que una parte significativa de la sociedad les compre su discurso, que el PSOE pacte con ellos, que el PSOE compre ese mismo discurso, que el votante del PSOE comparta esa misma hostilidad hacia los empresarios. O empezamos a combatir la empresariofobia en España, o un día después de matar a las vacas nos preguntaremos dónde está nuestro vaso de leche por la mañana. La diferencia entre España y Alemania, a fin de cuentas, es la diferencia entre las empresas que hay en Alemania y las que hay en España. Todas las demás diferencias son en definitiva un reflejo de eso. Ni siquiera tiene sentido plantearse cómo repartir la riqueza que no generamos. ¿Cómo podemos tener tantas y tan potentes empresas como las que tienen los países más ricos? O tenemos políticos dedicados a averiguar la respuesta a eso, o tenemos políticos que están estorbando. Que no parezca por lo demás todo esto un panegírico a Ana Botín cuando alienta davosianamente la misma Agenda 2030 que Ione Belarra: una de estas dos gemelas separadas al nacer se está equivocando con su discurso. A una de las dos le sobra su pin.

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Un comentario

  1. Además, como se comentaba en anterior artículo, en el caso del Santander, por ejemplo, el 80% de su beneficio lo obtiene fuera de España, al igual que el BBVA (en este caso el PNV callará). Esta mañana de pasada escuchaba en Tele 5 demagogia barata sobre este tema. Todavía hay que escuchar que en el 2008 se rescató a la Banca, no señor que no se rescató a la banca, que se rescató a las cajas de ahorros gestionadas por políticos. ¿Se imaginan a algunos de los críticos del gobierno gestionando un banco?

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