La motosierra es el respeto al trabajador

La mayor inversión de una persona a lo largo de su vida no es comprarse una casa, sino pagar a Hacienda. De todo lo que generamos a lo largo de nuestra vida trabajando con el sudor de la frente alrededor de la mitad se lo lleva el gobierno, puede que más de la mitad. No hablamos de ricos. Precisamente los ricos pueden tener algunos recursos para poder escapar, sino de la gente normal. Por todos los conceptos por los que pagamos al estado, el día de la liberación fiscal para un español medio llega en julio. Es un hecho bien estudiado y establecido que trabajamos la mitad del año para pagar al estado. Así a lo largo de toda nuestra vida. ¿Nos paramos a pensar alguna vez en todo lo que supone en tiempo y dinero eso? El esfuerzo se multiplica además para las personas con rentas más bajas. Con la mitad de mucho se puede vivir, pero con la mitad de poco la cosa se pone mucho más cuesta arriba. ¿Es consciente el gobierno del esfuerzo que tiene que hacer la gente para pagar sus impuestos? ¿Lo es a veces la propia gente?

El discurso dominante insiste sólamente en el lado de los deberes del contribuyente, en lo maravilloso que es el estado, en lo estupendo que es pagar impuestos, en lo contentos que tenemos que estar por pagarlos, pero no se habla nada de la buena gestión de ese dinero que aportamos, de la eficiencia, de lo poco que recibimos a cambio, del doloroso sacrificio que tenemos que hacer todos los que pagamos. Los deberes son siempre por nuestro lado. Los que administran nuestro dinero no tienen deberes con nosotros. Se malgasta y se despilfarra como si el dinero que la gente paga al estado no costara esfuerzo. No se respeta ese esfuerzo. No se valora el trabajo. El expolio cada vez es mayor por esa falta de respeto. Cuando faltan recursos la solución nunca es gestionar mejor, sino subir todavía un poco más los impuestos.

Cuando el dinero se gestiona mal, los impuestos nunca son suficientes, igual que nunca se puede llenar una piscina por más agua que se echa cuando tiene un agujero en el fondo. Tener unos servicios públicos deficientes y pagar muchos impuestos no suele ser por ello algo extraño, sino un binomio habitual. ¿Para qué se va a esforzar en gestionar bien alguien que no se juega su dinero, que no tiene que competir, que no depende de las ventas ni los beneficios, que gana lo mismo con las cuentas cuadradas que desbarajustadas, que no depende de unos accionistas sino del dedo político que lo nombra y que no tiene necesidad de enfadarse con nadie ni pelear un precio con nadie para seguir en su puesto? Lo raro con esas premisas sería que existiera una buena gestión.

La motosoierra por consiguiente, que tanto escandaliza a algunos políticos y analistas, es en realidad la llegada por fin a algunos gobierno del mundo del respeto al trabajador y al contribuyente. La motosierra es el punto de salida de que haya políticos que empiecen a valorar el esfuerzo de la gente para pagar sus impuestos frente a los políticos que viven como si a la gente que paga impuestos le lloviera el dinero del cielo. Debería costarle la cabeza a un político subir los impuestos sin antes haber exprimido la eficiencia en la gestión al 100%. Ningún político debería tener la osadía de pretender subir los impuestos sin haber antes recortado y anulado hasta el más pequeño gasto superfluo. Mientras se pueda gestionar un poco mejor o exista un gasto no esencial que recortar, debería ser impensable una subida de impuestos. ¿Algún contribuyente español piensa sin embargo que la gestión de lo público es inmejorable y que no existe ningún gasto superfluo?

Lo peor es que la gente lleva tanto tiempo humillada y sometida al bombardeo de los creadores de opinión subvencionados con su dinero que no se atreve a levantar la cabeza y a exigir respeto, o incuso aplaude su expoliación. Pero los tiempos están empezando a cambiar. Ya se escucha el rumor de la motosierra en la lejanía. ¿Quién está más asustado a la par que escandalizado por la motosierra? Quien sabe que su puesto y su sueldo como opinador no está justificado por el interés del contribuyente sino por el del mal gobernante, quien es consciente de que no podrá justificar su salario cuando llegue al poder un gestor eficaz.

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Un comentario

  1. Y os habéis olvidado del impuesto de sucesiones más conocido como el impuesto de la muerte, el 30% para el estado si no has tenido hijos, luego esta es impuesto de patrimonio para que no te hagas rico ahorrando e invirtiendo tus ahorros a partir de 700.000, no lo van a deflactar tampoco como el IRPF y el IVA

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