Van a adelantar el fin del dinero en efectivo. La UE pretende con esta medida tener un control absoluto sobre la forma en que la gente gasta su dinero, hasta el último céntimo. Conforme menos controlamos los europeos cómo gastan los gobiernos europeos nuestro dinero, más nos controlan los gobiernos a nosotros. En realidad no es algo contradictorio sino lógico. El control tiene que cambiar de bando. O los controlamos nosotros a ellos, o ellos nos controlan a nosotros. El control o es suyo o es nuestro, no existe un limbo para el control. Democracia, o simplemente libertad, es que el control sea de la gente sobre el gobierno.

Al mismo tiempo, cabe recordar que estos días la inefable Ursula von der Leyen ha estado diciendo que se va a gastar cientos de miles de millones de euros en defensa y otras causas, y que para ello anuncia que “convertiremos los ahorros privados en inversiones mucho más necesarias”. Es decir, necesitan abolir el dinero físico no sólo para controlarte, también para que no lo puedas esconder antes de que te lo quiten.

Por supuesto todo lo que dice von der Leyen, en su calidad de portavoz de la Agenda 2030, está mal. No existe el dinero ocioso. El dinero que tenemos en el banco es ahorro, nos capitaliza a nosotros, capitaliza también al banco, permite el crédito que financia las empresas y el crecimiento. No existe el dinero ocioso. El dinero peor invertido, de hecho, suele ser el que se pone en manos del gobierno. En los países comunistas es el gobierno el que, siguiendo la nueva doctrina agendista de la “derechista” von der Leyen, tiene todo el dinero y lo invierte con criterios “sociales” frente al interés egoísta de los inversores en los países capitalistas. A la vista están los resultados. Cuanto mayor es el porcentaje de riqueza que gestiona el gobierno, en los países comunistas el 100%, más hambre y más miseria, aparte de menos libertad y menos estímula para hacer nada.

Una vez que el gobierno tenga el control de nuestro dinero, ¿cuánto tardará en decidir lo que hacemos con nuestro dinero? Ya vemos que su propósito es dirigir el gasto y el ahorro en el sentido que ellos quieran. No tendremos nada y seremos felices. ¿Quién va a decidir en el futuro el dinero que queremos gastar en viajar, en comer carne, en comprar un piso o en ahorrarlo en una cuenta corriente? Los tipos que ya han decidido cómo tiene que ser el futuro, no pueden dejarlo después en mano de la gente. ¿Y si la gente decide un futuro distinto? Las grandes agendas son por tanto siempre enemigas de la libertad. ¿Cómo va a decidir la gente comer gusanos si le das otra opción? ¿Cómo va a ser feliz la gente siendo libre? ¿Cómo va a poder ser feliz la gente si le das otra opción? Por eso que la felicidad en su Agenda será obligatoria o no será, porque en su cabeza davosiana se puede ser feliz sin libertad.