Hace un tiempo que la izquierda, particularmente Sumar, andan agitando la bandera de una herencia universal para la juventud. La idea es que la herencia es una institución perniciosa, que es la fuente de todas las desigualdades, que evita poder salir todos de un mismo punto de partida, y que perpetúa las ventajas de unos sobre otros generación tras generación. Para igualar por tanto las condiciones de salida, la formación de Yolanda Díaz, secundada por todo el resto de formaciones de extrema izquierda, propone establecer una herencia universal de 20.000 euros para los jóvenes. Se trata de un asunto no concretado pero que lleva hace tiempo dando vueltas. ¿De dónde saldría el dinero? Dicen que de los ricos, pero en el mundo real más bien de la herencia de todos los demás y de la deuda pública que heredarán los jóvenes del futuro. Eso sí, Sumar pretender vigilar la forma de gastar esa herencia para que los jóvenes la dediquen a formarse o a emprender evitando que se la fumen en porros, lo que nos lleva al siguiente asunto.
¿En qué quedamos? ¿Los empresarios son buenos o malos? Si son malos, ¿no es mejor que no haya empresarios? Entonces, ¿qué sentido tiene crear una herencia universal para fomentar el emprendimiento?
Por otra parte, ¿vamos a crear un gasto más, financiado con más impuestos, que asfixien un poco más a las empresas que ya están en marcha, para pagar la ocurrencia de cualquier joven, que puede salir bien o no, quitando recursos a las empresas en funcionamiento? Cuando un joven tiene una buena idea, ¿sabe Sumar que puede ir a explicarla a un banco y pedir un crédito? ¿O se trata de pagar con el dinero de todos y con el de las empresas que funcionan las ideas disparatadas que nadie está dispuesto a financiar con su dinero particular?
Resulta de lo más paradójico cómprobar cómo tenemos unos gobiernos y unos partidos que hacen bandera del odio a la empresa y al empresario, y que todos los días predican medidas para perjudicar y asfixiar a las empresas y a los empresarios, pero después, cuando las empresas revientan y van a la quiebra, esos mismos políticos se ponen tras la pancarta junto a los trabajadores clamando que la empresa NO SE CIERRA. O sea, trabajan todos los días para cerrar las empresas hasta el día que consiguen que se cierren, y ese día salen a protestar contra el cierre.
Sería muy interesante que los políticos de progreso decidan de una vez si es bueno o malo que haya empresarios, y si deciden que es bueno que haya empresas, que no se dediquen permanentemente a tratar de asfixiarlas y a ponerlas en peor situación que las empresas de nuestro entorno. Por lo demás ya sabemos que les da igual si los 20.000 euros a cada joven se invierten bien o mal, porque lo que les importa a los políticos de progreso no es si ese dinero sirve para que el joven se forme o levante una empresa, sino para comprar su voto. Les da igual lo que después pase con el dinero si se consigue ese objetivo. Cuanto más en el aire vean el poder de cara a las próximas elecciones y cuanto más desesperados se vean, más medidas populistas veremos anunciar con el dinero de todos.