La aceleración de la historia da vértigo. Ahora ya no son las generaciones nuevas las que aborrecen a las anteriores sino que uno mismo reniega de lo que ha sido y no se reconoce en el propio álbum de fotos. La ideología progre es un ectoplasma mutante, inaprensible, volátil. Su principio principal es no tener principios. O tenerlos cambiantes. Así no hay manera de discutir ni siquiera de dialogar.
Y lo peor de todo es que este corrimiento ideológico de tierras que infecta a los ideólogos progres típicos al mismo tiempo nos afecta a todos los demás en mayor o menor medida. Lo que antes defendíamos ya no sirve, según parece. ¿Creeremos dentro de unos años lo que ahora afirmamos? Los derechos humanos son como las branquias que ya no tenemos hace tanto tiempo. La evolución se devora a sí misma, se reformula a la vuelta de cada esquina. Quién sabe por dónde nos saldrá el heredero del zapaterismo ¿por el «Viva España» de Bono?, o por el ¿»Viva la República»?. ¡Quién lo sabe! ¿Qué quedará de la «alianza de civilizaciones»? ¿Estará bien visto dentro de unos años ser nuclear? ¿Cuánto tiempo se seguirá llevando por fuera la ropa interior? ¿Será progre hablar euskera? ¿Volverán a introducir la pena de muerte de los nacidos en el código penal? ¿Acabarán los derechos humanos otorgando los hijos al estado? ¿Pasarán de ser derechos humanos a derechos zoológicos, botánicos, biológicos?
¡Cuánto más felices viviríamos sin esta zozobra!, aceptando que las cosas son lo que son, y que los derechos -y los deberes- ni se crean ni se destruyen ni se transforman.
3 respuestas
Pero don Jerónimo, qué zozobra. Claro. Debe ser terrible creer que derechos deberes y la moral (x) están escritos en los cielos, y constatar que, o los cielos cambian, o no sabemos localizarlos.
Debemos dejar de esperar un angel con una espada ignea para amenazarnos o garantizar nuestras creencias ya que tiene el inconveniente de hacer depender de un tercero el fundamento de nuestra dignidad.
Una sociedad laica, multicultural, diversa y enormemente compleja precisa no confundi ética, estética y creencia.
El relativismo es enemigo de la dignidad humana.
Spurgus, ¿y cuál es según usted la razón última para pensar que algo está mal?