Venga, ánimo, un poco más. La inercia estupidizante del sistema subvencionario es poderosa pero estamos a tiempo de hacer de la necesidad virtud. Es posible que al final sea todo un poco más auténtico. Ojalá que todos los que hasta ahora hacían cosas objetivamente subvencionables no se rindan. Piensen que el hueco que van a dejar los artistas cuentistas, los parásitos subvencionados, los eventos innecesarios, los culturadictos fraudulentos va a quedar libre. Despejado para la creación artístico-cultural del que realmente tenga ganas de crear y amor al arte. No morirán de hambre los que sepan ofrecer belleza de verdad. Siempre habrá espectadores. Siempre quedará un espacio para la creación, e incluso algún dinero para la industria cultural.
Si los gobiernos se limitaran a evitar abusos y a proteger la autoría intelectual sin sociedades publicanas como la SGAE… si desaparecieran definitivamente todas esas rémoras que reciben a golpe de línea presupuestaria el título de «artista oficial» ,estoy seguro de que entonces los artistas meritorios, los currantes de la cultura y del entretenimiento saldrían adelante por sus propios medios. En parte por aquello de que el hambre aguza el ingenio, pero también porque el arte de conseguir subvenciones cansa mucho.