Los presos de ETA son una de las “consecuencias del conflicto” que la banda terrorista espera que, con el fin de la violencia, se aborde por el gobierno. De hecho, el acercamiento de los presos (no la amnistía) es casi la única concesión a la banda que la ley permite. Por una parte es una medida que no significa su impunidad. Por otro lado, parece lógico que la política penitenciaria se module en función del comportamiento de cada preso. En principio, la dispersión dificulta la presión de la banda y la vigilancia mutua entre los reclusos, para facilitar su separación de la disciplina del grupo. Si la banda se disuelve y no hay organización a la que someterse, a la que reintegrarse, ni de la que emanciparse, el acercamiento de presos es un asunto que podría considerarse. Otro punto a favor de esta medida es que, en el peor de los casos, lo que hoy se acerca mañana se puede alejar, por lo que siempre resulta reversible.
No son víctimas
Otro asunto es que los etarras sean víctimas de ningún conflicto. Los etarras son criminales que se encuentran en la cárcel por sus delitos. El sufrimiento de sus familias resulta equiparable al de los familiares de cualquier otro preso por cualquier otro grave delito. Incluso en una guerra sus actos, como la ejecución de Miguel Angel Blanco, tendrían la consideración de crímenes de guerra. Ninguno de ellos ha sido condenado por sus ideas sino por delitos que comprenden desde el tiro en la nuca hasta el secuestro. Ni siquiera los representantes de su brazo político son presos políticos sino políticos presos. Existiendo otras formaciones que defendían sus mismas ideas, eligieron militar en una organización que disponía de un grupo de pistoleros para enviarlos contra quien discutía con ellos.
La dispersión
La última falacia, aunque para el estado de derecho el acercamiento de presos sea una posibilidad legítima como la dispersión, es que ésta suponga una pena añadida a los etarras o a sus familias después de detenidos. Porque el hecho es que cuando los terroristas estaban libres no estaban en sus casas, sino dispersos por medio mundo: en Madrid los del Comando Madrid, en Barcelona los del Comando Barcelona o en Andalucía los del Comando Andalucía, por poner algunos ejemplos. O estaban en Francia, o en Portugal, o hasta en Argelia. Por lo que tan lejos y dispersos o más estaban de sus familias antes como después de ser detenidos.
Que hubieran vuelto a casa antes
Algunas separaciones parecen no haber dolido demasiado, por lo menos en público, hasta el momento exacto en que el añorado familiar lejano ha sido detenido. O lo que es peor, quizá se sobrellevaba bien porque se le veía sentido a lo que estaban haciendo. En apoyo de esta sospecha el hecho de que ninguna organización de la izquierda abertzale haya pedido públicamente la vuelta a casa de los terroristas antes de que se les haya detenido. Tal vez porque para eso tenían que dejar de hacer lo que estaban haciendo. Puede que en algún momento futuro el acercamiento humanitario de algunos presos, dentro de la ley, sin privilegios respecto a otros presos, sea un gesto a tener en cuenta, pero teniendo claros todos los conceptos.
2 respuestas
Con los presos etarras hay que hacer lo mismo que con todos los presos: «cumplir con la ley» sin ningún tipo de discriminación positiva o negativa respecto a otros crímenes. Aplicarles las misma ley con las mismas penas y beneficos que se aplicó a los condenados por pertener al Gal o a los últimos asesinatos que ha habido en Navarra (comerciante de Martin Azpilicueta, caso Nagore, etc.)
A mí me suele gustar fijarme en la gente buena y brillante. Y a veces se aprenden cosas.
Cuando el Beato (mañana Santo) Juan Pablo II salió de la Clínica Gemelli tras su convalencia por el atentado que sufrió en la Plaza de San Pedro el 13 de Mayo de 1981 acudió a la cárcel donde el terrorista turco Alí Agca, cumplia condena por esos hechos.
El Santo Padre (quizá por eso es Santo y por eso es Padre) le perdonó e incluso le dió un abrazo. Pero no por ello al turco le restaron días de condena.
Una cosa es el perdón y otra es la justicia. Y estos tíos se tienen que pudrir en la cárcel. Por justicia. Y Maiorga Ramírez, si en Navarra hubiera un poco de sensibilidad (nos hemos insensibilizado a las palabras), por decir que esto son «cosas del pasado» (refiriéndose al asesinato de Mújica) también. Supongo que los Guardia Civiles de la Plaza de la República Dominicana de Madrid, o Mújica en Leiza son «del pasado» y Sabino Arana es del futuro ¿no?. E-Sabino le llaman ahora.
¿Se imaginan ustedes a un Diputado del Parlamento Andaluz diciendo que «Marta del Castillo es algo del pasado»?. ¿Se lo imaginan? ¿Se imaginan la que se liaría?. Pues en el Paseo Sarasate no se lía nada. Ni porros. Creo.