ETA, cuando el estruendo de las bombas ha vuelto a aparecer en nuestra comunidad. En esta ocasión los asesinos han querido dejar claro que iban en serio colocando en la discoteca Bordatxo de Santesteban una carga explosiva muy superior a la que venían utilizando recientemente en atentados similares. El efecto ha sido el deseado y la sala que durante muchos años ha sido el referente nocturno de la regata del Bidasoa y el Baztán, ha quedado reducida a escombros. No sabemos cual es el mal que Josetxo Beola, dueño de la mencionada discoteca, ha podido infringir al Pueblo Vasco, quizás les fastidie que Josetxo se haya hecho a sí mismo con trabajo y tesón, desde su caserío en Etxalar distante solo algunos metros de la frontera con Francia. Seguramente les molestará que hace ya algunos años invirtiera todos sus ahorros (posiblemente los presentes y los futuros), y se hiciera, remodelándolo por completo, con el semi -abandonado Hotel-Venta Etxalar, convirtiéndolo en destino obligado de numerosas celebraciones, y posiblemente en el negocio hostelero de más tirón de la Regata. Esperemos al menos que esto sirva para que algunas gentes adormecidas de la regata del Bidasoa (pocas, gracias a Dios) recuerden, cuando ya no puedan ir a bailar al Bordatxo, que los mismos que les quitaron a ellos la diversión a otros quitan cosas algo mas serias. E incluimos en este grupo a algún familiar cercano de Josetxo, cuya vinculación con el mundo batasuno de Bera es de sobra conocida. Mientras tanto nuestro inefable ZP sigue riéndose. La semana pasada alguien se atrevió a definirle como tonto de solemnidad. Mientras, el Sr. Rodríguez va por la vida mendigando una tregua por Navidad; ofreciendo sólo Dios sabe qué; envalentonando a los antaño “calladicos” batasunos; pisoteando la memoria y la dignidad de las victimas; y poniendo nuestro futuro en manos de los asesinos.