Eso es lo que hay que hacer, está cada vez más claro. Las ayudas individuales pasan y no sirven. Y las ayudas a las instituciones públicas tampoco. Porque si algo caracteriza tanto al individuo como a la administración es la falta de métodos de control. Un soltero es derrochador y antiecológico por definición. Y el cargo público -ya se sabe- tiende a pensar que el dinero que cuenta no es de nadie. Por eso todas las ayudas demagógicas que se han dado a unos y a otros, las ayudas directas para alquilar, por ejemplo, o los planes del cartelón se han ido como agua por canasta.
En cambio las empresas y las familias son otra cosa. Realidades complejas, integradas por personas que se vigilan, se acompañan, y hasta se cuidan mutuamente tienden, también por naturaleza, a ser más eficientes en todo.
Ayuden a las empresas y a las familias señores del gobierno, de los sindicatos burocráticos y del fisco. No les den subvenciones ni regalos si no hay de dónde sacar. Pero al menos no les molesten tanto, déjenles trabajar en libertad, dejen que ellos mismos se organicen. Que por la cuenta que les trae ya verán cómo salen adelante… Hasta es posible que por el mismo precio les saquen a Vds. del atolladero.
Un comentario
vaya tontería dicen Vdes.: » Un soltero es derrochador y antiecológico por definición»