Algunos hechos que hoy en día ayudan a entender cómo pudo haber tantos españoles descontentos con el régimen republicano:
La Segunda República llegó por abandono del contrario, más que por los apoyos propios
Se produce tras las elecciones municipales del 12 de abril de 1931, a pesar de que los resultados conocidos en el momento de proclamarse el nuevo régimen otorgaban 22.150 concejales a los monárquicos y sólo 5.875 a los republicanos. La victoria de los republicanos en las capitales de provincia, sin embargo, llevaron al rey Alfonso XIII a abandonar el país bajo la percepción de que “las elecciones celebradas el domingo me revelan claramente que no tengo hoy el amor de mi pueblo”.
Nunca se votó la Constitución republicana
La Constitución republicana de 1.931 nunca fue sometida a referendum. La forma de estado que consagraba la Constitución y el marco jurídico de la Segunda República nunca fueron explícitamente refrendados por el pueblo.
La República prohibía defender la monarquía
El artículo 1.6 de la Ley de Defensa de la República prohibió la “apología del régimen monárquico o de las personas en que se pretenda vincular su representación y el uso de emblemas, insignias o distintivos alusivos a uno u otras”. El régimen de 1931 no se limitó por tanto a establecer una república, sino que prohibió defender la monarquía.
La Constitución republicana permitía la anulación de los derechos fundamentales por decreto
El artículo 42 establecía que los derechos fundamentales consignados en los artículos anteriores “podrán ser suspendidos total o parcialmente, en todo el territorio nacional o en parte de él, por decreto del Gobierno, cuando así lo exija la seguridad del Estado, en casos de notoria o inminente gravedad”. Este artículo facultaba al gobierno republicano para suspender por decreto derechos fundamentales como la libertad de prensa, cosa que hizo de manera profusa a lo largo de los siguientes años.
La religión a las órdenes del gobierno
El artículo de 26 de esa misma Constitución determinaba la disolución automática de todas aquellas órdenes religiosas en las que existiera un voto de obediencia “a autoridad distinta de la legítima del Estado”, facultaba al estado para disolver a discreción las Ordenes religiosas siempre que considerara que sus actividades, “constituyan un peligro para la seguridad del Estado”, y prohibía a los miembros de Ordenes religiosas “ejercer la industria el comercio o la enseñanza”. La expulsión de España de los Jesuítas en 1932, por poner un ejemplo, fue una medida casi inmediata en aplicación del nuevo orden republicano.
1931: comienza la quema de iglesias y conventos
La persecución religiosa siguió en sólo cuestión de días a la instauración del régimen republicano. Si el 14 de abril se proclamaba la República, una oleada de ataques a iglesias y conventos se desató en toda España entre los días 10 y 13 de mayo, ante la flagrante pasividad del gobierno republicano. Los ataques a las iglesias constituirían desde entonces una constante, con diversa intensidad, a lo largo de todo el período republicano.
1934: los republicanos se vuelven antidemócratas y antirrepublicanos
En 1933 las primeras elecciones mediante sufragio universal otorgan una cómoda mayoría al centro (2.051.500 votos) y la derecha (3.365.700), frente a los sufragios obtenidos por los partidos de izquierdas (3.118.000 votos). Se forma por consiguiente un gobierno de centro derecha contra el que inmediatamente empiezan a conspirar las izquierdas. El golpe de estado de las izquierdas contra el gobierno republicano legítimo, aunque fallido, se desata en 1.934. A partir de ese momento, como tarde, ya no se puede seguir hablando de una izquierda ni democrática ni defensora sincera del régimen republicano. Retrospectivamente, ya tras la Guerra Civil y en el exilio, Indalecio Prieto (líder del PSOE) lamentaría la intervención de los socialistas en el golpe del 34: “Me declaro culpable ante mi conciencia, ante el Partido Socialista y ante España entera, de mi participación en aquel movimiento revolucionario. Lo declaro como culpa, como pecado, no como gloria. Estoy exento de responsabilidad en la génesis de aquel movimiento, pero la tengo plena en su preparación y desarrollo”. Discursos en América. Confesiones y rectificaciones.
Enero de 1936: la izquierda sólo acepta los resultados de las elecciones si las ganan
El socialista Largo Caballero aseguraba antes de las elecciones que “Las elecciones no son más que una etapa en la conquista y su resultado se acepta a beneficio de inventario. Si triunfan las izquierdas, con nuestros aliados podemos laborar dentro de la legalidad, pero si ganan las derechas tendremos que ir a la guerra civil declarada. Yo deseo una República sin lucha de clases; más para eso es necesario que desaparezca una de ellas. Y esto no es una amenaza, es una advertencia; y que no se diga que nosotros decimos las cosas por decirlas: nosotros las realizamos”.
Febrero de 1936: El centro derecha obtiene más votos, pero la izquierda se queda con casi todos los escaños
En las elecciones de 1936 la izquierda obtuvo 4.451.300 votos frente a los 4.375.800 de la derecha y los 682.825 del centro. La oposición, amén de irregularidades como las denunciadas por Alcalá Zamora, pese a tener menos votos se hace con casi todas las actas de diputados, favorecida por el peculiar reparto electoral del sistema republicano.
12 de julio de 1936: el asesinato de Calvo Sotelo
Apenas seis días antes del golpe de estado que supondría el comienzo de la Guerra Civil y el principio del fin de la República, el líder de la oposición al gobierno frentepopulista, el diputado conservador José Calvo Sotelo, era asesinado por una patrulla de la policía acompañada por los guardaespaldas del mismísimo líder del partido socialista: Indalecio Prieto. Esa misma noche el otro líder parlamentario más destacado de la derecha, José María Gil Robles, también fue buscado para ser asesinado. El crimen supuso la chispa desencadenante de una guerra largo tiempo larvada y la demostración del fracaso convivencial del régimen republicano, ahora tan mitificado por la omisión de hechos tan graves como todos los ateriormente relatados.
4 respuestas
El PSOE sí que se acuerda… y la añora. AAHHHH, Que tiempos aquellos. Desvalijando las cajas de seguridad de los bancos, las cámaras de seguridad de las oficinas del Banco de España con su oro y su plata, lingotes, monedas, joyas. Y con el Boe en una mano y el fusil en la otra. Sin oposición… viva o en libertad. ¿volverán esos tiempos? Acaso han vuelto ya, al menos ya han vuelto los dirigentes del PSOE que añoran esos tiempos.
El dato de los concejales obtenidos en 1931 no es correcto.
Monárquicos 40.324 concejales
Republicanos y socialistas 36.282 concejales
El Psoe tiene una larguísima tradición de pistolerismo. Indalecio Prieto esgrimió su arma en las Cortes en 1934, el mismo año del golpe de estado al que el Psoe se sumó de forma entusiasta en octubre armando a sus milicias.
Estos días suelo leer en el Diario de Navarra el recordatorio de «Hace 75 años»:a los 15 días de las elecciones que ganó el Frente Popular las milicias socialistas, con apoyo de los comunistas asaltaron la Diputación Foral. Resultado: dos muertos a tiros.
Hace menos de un mes venía también la reseña de que había habido tiros en Mendavia. Lo curioso es que en los días posteriores en ese mismo recordatorio no se decía nada del suceso y su resultado: asesinato de un joven falangista a manos de miembros de la propia corporación municipal, del Psoe.
Estimado Tomasito
El dato publicado es CORRECTO:
«Las elecciones municipales del 12 de abril de 1931 arrojaron, EN EL MOMENTO DE LA PROCLAMACION DEL NUEVO REGIMEN, unos resultados parciales de 22.150 concejales monárquicos -de los partidos tradicionales- y apenas 5.875 concejales para las diferentes iniciativas republicanas, quedando 52.000 puestos aún sin determinar».
Nos ratificamos en lo publicado que no contradice lo que Tomasito aporta y que se refiere al resultado final con todo escrutado y que confirma que la victoria en las municipales de abril de 1931 (fueron en dos fechas) NO fue republicana en ningún caso.