Un artículo publicado la semana pasada por el diario El Mundo en defensa del despido libre ha levantado cierto revuelo. Aunque el autor del artículo sea Salvador Sostres, lo cierto es que la postura que defiende vale lo que valen los argumentos que la sustentan. La verdad es la verdad la diga Agamenón o su porquero. Y este viene a ser el razonamiento:
Si un articulista cobra por cada artículo que escribe, y cada restaurante por cada mesa que sirve; si cada empresario cobra una parte de lo que consigue facturar, y cuando el negocio fresa no hay para él ninguna recompensa, a pesar de haber estado alimentando a tantas familias durante todo este tiempo, ¿por qué un empresario tiene que pagarle a un empleado 45 días por año trabajado se quiere prescindir de sus servicios? ¿Por qué tenemos que dejar propinas? ¿Por qué alguien se cree en el derecho de cobrar dos veces por el mismo trabajo? Cobrar dos veces es robar.
Hace medio año Antonio Catalán dijo lo mismo
“¿Alguien piensa que con un despido gratuito este país no generaría más empleo?”. En términos así de contundentes, como reflejaba este confidencial hace tan sólo unos meses, se expresaba el empresario corellano tan amigo de Sanz como de Zapatero. Además aseguraba que “yo estoy convencido de que sí”, y ponía como ejemplo el caso de los EEUU cuyo mercado laboral “tiene mucha mas flexibilidad que nosotros”. Antonio Catalán dirigió también entonces duras palabras a los sindicatos, a quienes calificó como “panda de paniaguados permanentes” con el único interés de defenderse a “ellos mismos”.
Adolfo Domínguez abrió el debate poco antes de la descafeinada reforma laboral de Zapatero
Poco antes había sido el conocido empresario gallego quien, pisoteando los más elementales estándares de lo políticamente correcto, osó reclamar en España un “despido libre, sin trabas administrativas ni judiciales”, asegurando que “todas las medidas que se tomen para hacer más fácil el trabajo del emprendedor se reflejarán en una menor tasa de paro”. Domínguez mostró su incredulidad hacia la sostenibilidad de “un sistema que permite que alguien se coja un año por depresión, la mayoría de las veces fraudulenta, se reincorpore y tenga 30 días de vacaciones”, añadiendo que el modelo actual genera “un montón de pícaros” y que “sólo podemos solucionar esta crisis trabajando más”. El empresario gallego puso en duda la viabilidad de un estado del bienestar basado en la deuda y las ayudas, concluyendo que “no creo en derechos que no podamos pagar”. Una frase, ya lo dijimos entonces, avalada por los acontecimientos en los últimos tiempos.
Es probable que el despido libre sirviera para crear más empleo. Lo que seguro que no crea empleo, con más de cuatro millones y medio de parados, es el sistema que tenemos.
4 respuestas
Yo, por higiene mental, no comento las opiniones del señor Sostres. Eso sí, el porquero de Agamenón me merece todos los respetos.
Pues yo lo vengo diciendo frecuentemente. «indemnizar» tiene sentido cuando alguien ha sufrido un daño que no tiene por qué sufrir.
La idea de que uno «tiene» un trabajo y que el mismo no está sometido a los vaivenes de la empresa, la economía, el sector… es tan irreal como pensar que alguien nos indemnizara cuando nos pongamos malitos, perdamos las llaves de casa o nos ocurra cualquier desgracia.
Las indemnizaciones por despido son una forma de dificultar las arbitrariedades del empresario como parte más poderosa en la relación laboral. Al final tratamos de impedir algo así como «o me la chupas, o te despido», cosa que,por desgracia, ocurrirá muchas veces, porque hay muchos malos trabajadores, pero también hay muchos malos empresarios, y en las relaciones de Poder, el abuso es lo normal.
Tambien es una forma de limitar el acceso al seguro de desempleo, dado que al empresario le va a costar dinero según qué despidos abusivos o no debidamente justificados.
La cuestión es si los 45/33/20/12/8/6 dias de indemnización de año trabajado es un sistema adecuado para regular el sistema laboral.
Necesitamos normas simples, por supuesto.
Pero sobre todo necesitamos personas decentes. Trabajadores y empresarios decentes, que no se timen, queno se engañne, queno se aprovechen unos de otros… ¿tenemos de eso?
Una propuesta:
El % de beneficios que represente el factor trabajo en el coste de un producto va generando un fondo del que se detraeran las indemnizaciones por despido, asignándose a cada trabajdor su parte alícuota del mismo. Este fondo, por decisón de los trabajadores (importante -no he dicho los representantes sindicales-, si bien el que esté afiliado que se asesore donde quiera…)podrá invertirse en la empresa o fuera de ella, servir de garantía o no, etc…, para generar rentabilidad.
Llegado el momento del despido y con una indemnización de cortesía de 30 o 60 días (independientemente del tiempo trabajado) para salir del paso, cada trabajador recogerá su parte más los rendimientos obtenidos. (obviamente el que lleve más tiempo tendrá derecho a mayor cantidad).
Las pérdidas se las comerá el empresario como hasta ahora.
en fin, se debe desarrollar algo más y con tiempo y aportaciones sin complicarlo mucho se podría conseguir un cierto sistema que funcione.
Creo.
P.D. por supuesto que la Hacienda pública no le pegue un mordisco a dicha recuperación de fondos.
Txaskarrillo.- Estoy de acuerdo con Ud. Hay que integrar un pago por doespido y las prestaciones de desempleo.
A mí se me ocurre que el empresario lucre un fondo, y este fondo, cuando el trabajador es despedido por causas disciplinarias y es procedente, se lo queda el empresario, (nada hay que indemnizar) pero si el despido es improcedente, pasaría al INEM como contribución a las prestaciones de desempleo del trabajado… no al bolsillo del trabajador.
Porque lo que no puede ser, bajo mi modo de ver, es que un trabajador perciba 45 días/año hasta 42 mensualidades, los salarios de tramitación, los intereses… y luego dos años de desempleo. El enriquecimiento del trabajador es indudable, y la sangría del sistema laboral y de protección por desempleo, también.
Hay que ir a UNA prestación por desempleo sin indemnización, mientras el trabajador requiera fondos para atender sus necesidades.
Una duración menor de la prestación (un año, como en Alemania) , y superreducida (tres meses) en los casos de despido disciplinario procedente, pues es despido culpable.
Una subvención más alta durante ese tiempo menor, considerando las cargas familiares del trabajador en Paro.