Hay que reconocer que cada día que pasa se nota una paulatina disminución en criterios propios del personal ciudadano. Todo lo que “esta de moda” esta bien. Todo lo que “se lleva” se puede uno poner sin mayores reparos; aunque resulte chocante y, a veces hasta estrambótico. El tema es peliagudo y viene de muy antiguo, en todo lo tocante al aspecto humano; desde los peinados y cosméticos hasta el vestido o calzado. Y es de esto último, el calzado, de lo que quería hablarles.
Se habrán percatado ustedes, de la profunda transformación de nuestras féminas en lo relativo al calzado que usan últimamente. De repente todas se han convertido en caballistas, mosqueteras u oficiales del ejercito de Napoleón; con unas botas altas –hasta la rodilla- mas propias para usar en otros menesteres –como en un rodeo americano- que para ir al trabajo, o de compras al Corte Ingles. Pero si chocante resulta ver esto en la calle; no les digo nada bajo cubierto. Me explico:
Diez treinta de la mañana. Me encuentro en unas oficinas de una importante industria de Navarra, en compañía de Phillipe –un amigo judío que desarrolla negocios de empresa, con capital israelí en España- . Phillipe es de estatura pequeña y pasa por ser un hombre comedido y cuidadoso en todos sus actos. Habla bajito porque dice que así se le entiende mejor.
Nada mas entrar en las dichas oficinas nos atiende, muy amable, una señorita caballista –con botas altas y cinturón de hebilla grande- quien, desde su posición, contacta con la jefa del departamento comercial y nos suplica que esperemos un poco.
Nos encontramos frente al mostrador de recepción; detrás de nosotros esta la puerta de entrada y los pasillos hacia los distintos departamentos de oficinas. Unos tacones lejanos van acercándose en su contundente sonido hacia donde estamos; junto con otros más cercanos y otros, desde más atrás… Un incesante trote de caballistas, de prendas campestres y cinturones de cuero, se cruza por delante de nosotros. Phillipe esta asustado y no entiende muy bien lo que esta pasando. Cogiéndome del brazo me aparta del pasillo y me dice: Cuidado ¡Tío! no te pise alguna de estas amazonas.
Ahora, desde el fondo, una escuadra –cuatro féminas- avanza decidida hacia nosotros. Se acercan, con su trote castrense, mirándonos fijamente. ¡Dios mío! dice Philippe, vienen a por nosotros.
Al llegar hasta donde estamos nos sonríen y nos rodean. Phillipe, con su fino zapatito italiano y su americana clara, parece un pobre gusanito frente a estas féminas poderosamente embotadas y todas vestidas de negro. Al poco se presentan como la jefa de exportaciones y sus ayudantes; y todos partimos en cabalgada, por un ancho pasillo, hacia los despachos del fondo. Durante nuestro trote por el pasillo me ha dado la impresión de que nos miran –Ya saben: “…Del monte a la ladera ¡menuda quien la lleva!..”- y me siento un hombre más seguro y, hasta, orgulloso.
No todos los días le escolta a uno toda una escuadra de oficialas de caballería.
2 respuestas
Don Carlos, qué quiere que le diga. Prefiero las botas de amazona que las chirucas y el forro polar.
Desde hace unos meses, gracias a Dios, parece que hay gente en Pamplona que se ha dado cuenta que el Decathlon no es una boutique y que hay otras tiendas donde venden ropa de verdad.
No se lo que hubiera pensado su amigo judío si se hubiera encontrado tras el mostrador una de estas chicas que va de «peregrina» por la vida.
Ay sí!,altas miras las masculinas que ven un profundo cambio en las mujeres basando el cambio en unas botas altas cual Barba Roja.Lo que sorprende es que la jefatura d exportaciones de una gran empresa de Navarra la lidere una mujer y que sus tres manos derechas sean otras tres mujeres.Eso es lo que sorprende sr,eso es lo que sorprende.Casi todos los días se leen o escuchan comentarios de esta índole,y qué quiere que le diga,puestos a secundar su comentario ecuestre,que Dios nos libre a las yeguas de casta pastar con pollinos más tiempo del que sea necesario.Y de acuerdo con el Vecino,prefiero el taconeo firme a la chiruca retorcida.