Desde esta doble perspectiva, sin embargo, no termina de entenderse el sentido de dejar el control del canal en manos del grupo COPE. La implicación de la Iglesia, a fin de cuentas, seguiría siendo la misma y las pérdidas seguirían anotándose, en definitiva, en la misma caja común. No obstante se perdería el control sobre el canal y la presencia local a través de la programación regional. Parece una opción, por tanto, en la que no se obtiene provecho alguno de quedarse al margen y se pierden todas las ventajas de estar involucrado.
Cabe por ello preguntarse, partiendo de las dos premisas que parecen inspirar la posible venta de la participación en el canal, si toda la operación no se encuentra desenfocada desde el principio. Si no podría replantearse la operación de modo que, en vez de la COPE o el Arzobispado, fuera un grupo privado, aunque comprometido con el ideario cristiano, quien asumiera el control de Popular Televisión Navarra. De todos es conocido el interés mostrado hacia la televisión por parte de grupos mediáticos nacionales como Intereconomía, que actualmente ha convertido en una prioridad su expansión televisiva. Y no menos conocido es el interés de Diario de Navarra por hacerse con una licencia televisiva en nuestra comunidad. Tampoco puede desconocerse el interés de otros inversores y empresarios navarros en el mundo de los medios. Esta solución, por otra parte, podría garantizar la programación local y dar continuidad a la plantilla.
De no plantearse de esta manera la venta, cabría replantearse desde el principio el sentido de la misma y si realmente supone alguna ventaja sobre la situación actual.