Lo anunciaba ayer el consejero de Economía, Alvaro Miranda, en una entrevista publicada por el Diario de Noticias: «Se acabaron los planes renove, ahora le toca a la economía privada liderar la recuperación». Es el fin oficial de los aparatos de respiración asistida que conectaban el bolsillo del contribuyente a una serie de sectores privilegiados para evitar artificialmente su reajuste. Aunque resulta encomiable el cambio de rumbo anunciado por el Consejero de Economía, es una lástima que la economía privada haya quedado muy mermada para liderar ahora la recuperación con los distintos planes gubernamentales, nacionales y forales. El fracaso del plan renove ha resultado palmario en el corto, medio y largo plazo.
En el corto plazo, subieron los precios de los productos subvencionados, desde los televisores hasta los coches.
En el medio y largo plazo, los sectores subvencionados se han desplomado al retirar las ayudas.
Adicionalmente, los planes renove han aportado un granito de arena más a la devastación de las cuentas públicas
En general, aunque los planes renove fueron jaleados en su momento por los medios forales ante unos ascensos puntuales en las cifras de ventas de los productos subvencionados (a costa del contribuyente y del resto de sectores no subvencionados), el fracaso final de las políticas socialistas e intervencionistas nos retrotraen a las palabras de Adrian Rogers en 1984. Unas palabras igual de oportunas a la hora de valorar otras propuestas sindicales de este mismo fin de semana aparentemente centradas en la creación de riqueza a partir de los impuestos:
Todo lo que una persona recibe sin haber trabajado para obtenerlo, otra persona deberá haber trabajado para ello, pero sin recibirlo. El gobierno no puede entregar nada a alguien, si antes no se lo ha quitado a alguna otra persona. Cuando la mitad de las personas llegan a la conclusión de que ellas no tienen que trabajar porque la otra mitad está obligada a hacerse cargo de ellas, y cuando esta otra mitad se convence de que no vale la pena trabajar porque alguien les quitará lo que han logrado con su esfuerzo, eso… mi querido amigo…es el fin de cualquier Nación. No se puede multiplicar la riqueza dividiéndola.
2 respuestas
El problema de un plan renove, como el de cualquier incentivo público en la iniciativa privada es cuando se convierte en permanente y acomodaticio. Los incentivos tienen que incentivar, por tanto, no pueden ser simplemente gratis. Los requisitos tienen que endurecerse y tender a desaparecer. Ejemplo. Un incentivo público para parques eólicos, tiene que ser un revulsivo para que cada años sean más modernos y más eficientes. Si se incentiva todos los años el mismo tipo de molino y ese incetivo se mantiene años pues pasa a ser un elemento más del proceso y del mercado. Por tanto, sí a los incentivos que lo sean de veras. No al apesebramiento que con que UPN y el PSN-PSOE han pretendido controlar el cotarro y quedar bien.
El problema del renove, de la subvencion y de todo eso, es que no combate el problema: lo agrava.
Si el problema es la pérdida de confianza, el renove es como abrir copas de champán en cubierta mientras se inunda el barco. Vende ilusión.
Si el problema es la falta de competitividad de un sector, la subvencion le incentiva y premia por no innovar ni mejorar.
Si el problema son las proximas elecciones… ese es el problema. ¿verdad?