Rodríguez Zapatero heredó en 2004 unas cuentas públicas saneadas y ha conseguido dilapidar en poco tiempo el esfuerzo de muchos años. Sin embargo, también hay que atribuir una cuota de responsabilidad a determinadas comunidades autónomas y ayuntamientos, que han impulsado obras inútiles e infraestructuras innecesarias. Ahora tenemos museos y auditorios que apenas tienen público y estadios «olímpicos», como el de Sevilla, donde nadie hace deporte. Todo ello, por supuesto, bien adornado con carteles al servicio de la propaganda gubernamental. El Estado del bienestar se resquebraja, pero los poderes públicos continúan siendo incapaces de formular un verdadero plan de austeridad porque el Gobierno sigue empeñado en cargar la factura del despilfarro sobre la espalda de las clases medias con la subida del IVA, a los funcionarios y trabajadores de empresas que reciben ayudas de la Administración y a los jubilados. Estamos en situación de emergencia económica y ha llegado la hora de poner coto a los dispendios inútiles. ¿Se hará realidad en los próximos presupuestos?