Supongamos que la típica universidad americana avala en un estudio que el 50% de las estadísticas no sirven para nada. Supongamos que la encuesta en la que se basa ese estudio imaginario pertenece al 50% malo. Esta pescadilla que se muerde la cola podría no ser tan tonta como parece. ¿Y si esas certezas estadísticas de las encuestas que nos ayudan a caminar erguidos fueran una filfa?. Yo no se si lo serán el 50 o el 100%. Lo que tengo claro es que la ciencia estadística es como la energía nuclear, buena o mala según cómo se use. Hay estadísticas inocuas y hasta convenientes, pero la costumbre de pensar encaramándose en un castillo de naipes estadísticos no es la mejor forma de pisar con realismo la tierra que habitamos. Creo que algunos encuestadictos se sorprenderían al sospechar que la realidad siempre ha estado ahí, siendo ella misma, sin necesidad de consultar a los encuestadores de turno. En realidad lo que se esconde detrás del encuestismo es el miedo a la verdad cosa que todo el mundo al menos intuye que -si existe- tiene consecuencias. Y el miedo a la soledad también. Aterra encontrarse, como Gary Cooper, en aquel pueblo de mala muerte y sin una pobre estadística que llevarse al magín. Cuesta tanto remar contra corriente, sentirse un bicho raro… y sin embargo este es el único camino, no por frikismo -que no deja de ser otra moda de masas- sino más bien por lo esponjado que uno se siente cuando usa de su libertad al servicio de la verdad.
Un comentario
Sembrao, está sembrao, director. El hombre modelno se agarra a la encuesta como el pontifex romano a las vísceras de la oca,.. tratando de ver si los dioses serán propicios… Ah, bendita realidad, inasequible a nuestros esfuerzos por comprenderla toda, y controlarla. Bendita su inmensa complejidad, y su caótica naturaleza.. si no fuera asi, (última garantía de nuestra existencia) no dude Ud., no dude nadie que seríamos totalmente esclavos desde hace tiempo.