Sería un error llamar lotería al reparto de menas que ha decidido el gobierno de Sánchez, porque no hay ningún espacio dejado al azar en ese reparto. El espacio dejado al azar en ese reparto es menor aún que el dejado a la justicia o a la coherencia. En esta lotería amañada, sin embargo, el resultado es que a Navarra le ha tocado el premio gordo con bote, aunque se señala como mayores perjudicadas a Andalucía, Comunidad Valenciana o Madrid.
Observando a primera vista el mapa, lo que claramente se observa es el pacto de Sánchez para comprar los votos del nacionalismo vasco y catalán. De este modo, Cataluña y el País Vasco, particularmente Cataluña, reciben una cantidad ridícula de menas en relación a su población. Así, Cataluña recibe 26 menas respecto a los 796 de Andalucía o los 806 de Madrid. Salta a la vista que una cosa es predicar el papeles para todos y otra abrir efectivamente las puertas a los menas. A la hora de repartir en el mundo real, las comunidades de progreso y aliadas de Sánchez son las que más se quitan de encima a los menas, pero resulta que los xenófobos son los demás.
En el caso de Navarra, la situación resulta especialmente clamorosa porque nos tocan 364 menas en el reparto, o sea 14 veces más que Cataluña. Por población, Cataluña es 12 veces más que Navarra, por lo que en un reparto proprocional debería estar recibiendo 12 veces más de menas que la Comunidad Foral, y sin embargo está recibiendo 14 veces menos. Menos mal que los malos son los que están al otro lado del muro sanchista contra la xenofobia. Sánchez y sus socios están encantados con los menas, siempre que quienes los acojan sean los demás.
La situación de Navarra, sin embargo, no resulta sangrante sólo respecto a Cataluña. Se está diciendo que las comunidades más perjudicadas en el reparto son Madrid, Andalucía y Comunidad Valenciana, curiosamente comunidades gobernadas por el Partido Popular, pero es que en relación a la población el reparto para Navarra es mucho peor. Navarra va a recibir 2,2 veces más menas que la Comunidad de Madrid, pero es que la Comunidad de Madrid es 10 veces mayor que Navarra por población. La carga del reparto sobre Navarra, por tanto, es proporcionalmente mucho mayor. Otrotanto se puede decir respecto a Andalucía o la Comunidad Valenciana. Por población, Cantabria es una comunidad más o menos de nuestro tamaño, pero va a recibir casi la mitad de menas que nosotros. Qué decir de la CAV, que tiene 3,25 veces nuestra población pero sólo va a recibir la cuarta parte de menas que nosotros. Los menas son una bendición, pero no me mandes a mí esa bendición. Hay tortas entre los socios de Sánchez por los menas, pero para quitárselos de encima. Los racistas eso sí son después los demás.
Tan sólo La Rioja podría competir con Navarra en la carga de menas con la que proporcionalmente va a tener que cargar, pero es que La Rioja es una comunidad gobernada por el PP. Chivite por tanto es la prima pardilla del sanchismo, la única a la que le han cargado una cantidad de menas mayor aún que la que están imponiendo a las comunidades castigadas por no ser sanchistas, o a las comunidades que no pueden blindarse amenazando con sus votos a Sánchez. Navarra debe ser la excepción escogida por el sanchismo para poder negar que el reparto de menas sea ideológico. Ser sanchista está muy bien siempre que sea un sanchismo comprado, como el de Junts, ERC, PNV o Bildu.
Como el sanchismo de Chivite es gratis, a Navarra le toca la peor parte en el reparto de todos los menas que no quieren el resto de comunidades sanchistas. No pasa nada, se le mandan a Chivite que nunca protesta. La consecuencia es que después no se puede hablar del aumento de la inseguridad, hay que pedir a los medios que oculten el origen de los detenidos en las noticias de sucesos y no se pueden poner soluciones a un problema cuya existencia se niega. Queda finalmente por reseñar que el coste de cada mena para la administración ronda los 50.000 euros anuales, o sea que en la lotería inversa nos han tocado unos 18 millones de euros. Naturalmente en todo este asunto existe una vertiente humanitaria que no se puede ignorar ni desatender. Lo que sin embargo no puede ser es que pretendamos arreglar los problemas de todos los menores del tercer mundo trayéndolos aquí, que no favorezcamos la resolución de estos problemas en origen, que no expulsemos a los delincuentes, o que a los que se les llena la boca hablando de acoger a todo el mundo aquí después pacten un reparto en el que les encajan todos los menas a los demás.
