No es quizá popular decirlo, pero el gasto militar es gasto social. No existe por tanto contraposición entre gasto militar y gasto social. El gasto militar es un gasto social más. El día que hay una DANA y atraviesa tu localidad una riada, descubres que el gasto militar es gasto social. Son los militares los que van a venir a ayudarte y no la ministra de Igualdad. El gasto militar es mucho mas social que el gasto del Ministerio de Igualdad. Otra cosa es que la ayuda militar apenas llegue hasta cuatro días después porque el presidente del gobierno no la quiera movilizar, pero eso no es problema del gasto militar. Por más alto que sea el gasto social, de nada sirve si después no hay decisión política o no se sabe gestionar. Lo que no es social es malgastar. En el gasto social o cualquier otro gasto se puede malgastar, pero esa también es otra cuestión aunque una fundamental.
Resulta llamativo el discurso de Irene Montero, porque en realidad no puede ser más belicista y armamentista como se puede comprobar en su postura respecto a la guerra de Ucrania. El único derecho que Montero reconoce en Ucrania es el derecho del que está armado, el derecho del fuerte. Irene Montero se negó a ayudar a Ucrania porque estaba desarmada y no tenía posibilidades, pero al mismo tiempo se negó a armarla para que las tuviera. Dejar sin armas a Ucrania no era la paz, sino entregar Ucrania a Rusia. O sea, por un lado Montero predica el desarme y por otro sólo reconoce al que tiene armas.
El belicismo asimétrico es por otra parte una característica tradicional de la izquierda, por no hablar directamente de hipocresía. ¿Era pacifista y estaba desarmada la URSS? ¿Es pacifista y está desarmado Maduro? Aparte del ejército, ¿quién más en Venezuela apoya a Maduro? ¿Es pacifista Bildu? ¿Cómo metía el comando de Otegui a la gente en un maletero? ¿Leyéndole poemas o apuntándole con una pistola? ¿Hay otro político en España que haya defendido más abiertamente que Pablo Iglesias el derecho a tener armas?
Por lo demás, es una idea un poco infantil el pensar para qué quieres un ejército si tienes paz o para qué quieres un ejército si nadie ataca tus fronteras. Por un lado no creas el cuerpo de bomberos después del incendio sino antes, al menos si esperas extinguir algún fuego, y por otro lado si tienes paz o fronteras quizá es precisamente porque tienes un ejército. Podríamos añadir el hecho de que la inversión en tecnología e industria de defensa es un vector importante en el desarrollo de un país. La idea de que no hacen falta los ejércitos todavía podía tener sentido para alguien que ingenuamente predicara que todo el mundo es bueno, no para Irene Montero que divide radicalmente el mundo entre quienes piensan como ella y criminales agresores fascistas.
El Ejército es el garante de último recurso de la unidad nacional de España o del orden público tanto a nivel externo como interno. ¿Cuánto duraría la frontera con Marruecos si España no tuviera un ejército? Si disturbios como los de Salt se generalizaran por toda España, ¿bastaría la policía para reprimirlos? ¿Tendríamos pisos suficientes para regalar a todos los violentos o tendríamos que llamar al Ejército? ¿Y si los más de 25.000 mossos se suman al próximo golpe de estado que anuncian los socios de Sánchez y Montero? ¿Cómo paramos eso? Es más, quizá sólo tener un ejército potente pueda impedir de raíz que siquiera pueda plantearse eso. Normalmente es cuando el otro duda de tu fuerza o de tu voluntad para usarla cuando puede producirse un baño de sangre. Gasto social no es sólo tener hospitales a los que llevar a tu gente bombardeada, sino evitar los bombarderos. Incluso a pequeña escala Irene Montero es una firme partidaria del gasto en defensa, o como llamemos a rodearse de matones que impidan por la fuerza a los periodistas realizarle preguntas incómodas. Por no hablar de todo el gasto en guardias civiles en vez de médicos dedicado a proteger en Galapagar su palacio.
