Recientemente, la cámara parlamentaria eurocrática ha sacado adelante una resolución vendida como «plan de rearme» ante una supuesta posibilidad de que el Kremlin ruso continuase perpetrando agresiones en Ucrania o extendiese sus zarpas a otros países europeos (principalmente, sus vecinos polacos, rumanos, moldavos y bálticos).
La votación prosperó gracias al apoyo del Partido Popular Europeo, de Renovar Europa, de una amplia mayoría del Partido Socialista y de la facción italiana de los Conservadores y Reformistas Europeos (ECR). La alianza ultraizquierdista así como las opciones de derecha euroescéptica Patriotas (la agrupación en la que está VOX) y Soberanistas (el grupo de la AfD y de la facción libertaria de la Confederación polaca).
Ciertamente, esta idea vino ante la intensificación de una idea que ya resonó durante la primera etapa presidencial de Donald Trump: que los países europeos fuesen responsables de su propia defensa, aumentando para ello las correspondientes partidas presupuestarias de Defensa. Así se dejaría de destinar una gran cantidad de dinero norteamericano a cuestiones que competen a los residentes de este lado del Océano Atlántico.
Se dice que ha habido una intensificación puesto que Donald Trump es partidario de tener un escenario de paz tan pronto como duradero en Ucrania. Se busca frenar al sátrapa asesino llamado Vladimir Putin pero también de frenar las ansias clientelares y corruptas de Zelenski, un cómico que sirve de títere para el globalismo woke y ciertas corporaciones armamentísticas. EE.UU no enviará ni soldados ni muchos dólares a este conflicto.
🟢 El titular real | VOX vota en contra de entregar el control del Ejército a Von der Leyen.
— VOX Europa (@VOX_Europa_) March 12, 2025
🔴🔵 Otro titular real | La coalición PP y PSOE votan juntos para traicionar a España y rendir nuestra soberanía.
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Ahora bien, siempre conviene leer la «letra chica». Aparentemente, no debería de sonar mal que los países europeos dejasen de ser perceptores de limosnas norteamericanas en materia de Defensa militar o que hubiera una intención de defenderse del zarpazo del Kremlin. Pero es que si uno lee la documentación del «plan» puede toparse con una idea «subyacente».
No se trataba esto ni siquiera de un acuerdo para tener un fondo común o para que los países, por su propia cuenta, se comprometiesen a reorganizar sus partidas presupuestarias. Se hablaba de crear un Consejo de rango militar donde no fuese imprescindible tener un escenario de votación unánime. Resáltese también la idea del «horizonte de planificación».
Uno podría suponer que igual se trata de un acuerdo de cooperación entre distintos Estados-miembro, pero se ha de tener en cuenta cuál ha sido el funcionamiento de la Unión Europea de Repúblicas Socialistas Soviéticas (UERSS) a lo largo de estas décadas (con sus correspondientes acentuaciones con los tratados de Maastricht y de Lisboa).
La moneda única es uno de los ejemplos más claros de tendencia eurocrática: privación de competencias a los distintos integrantes de la UERSS en materia económico-financiera, de modo que la alternativa a la banca central nacional no se base, en ningún caso, en una verdadera descentralización bancaria y financiera (lo cual escapa el quid de este artículo).
Así pues, este escenario tendería a anular, a largo plazo, la autonomía que pudieran tener los distintos integrantes en materia de defensa y coordinación militar, más allá de las cuestiones económicas y utilitarias. Luego, huelga decir que el aparato eurosoviético podría imponer su unilateralidad de facto cuando algo pudiera, pese a venir de una mayoría cualificada, contravenir los guiones de las agendas socialistas y «progres».
Acarrearía todo esto un margen prácticamente nulo para establecer prioridades, ya que se podría obligar a los efectivos militares (en activo y/o en reserva) de un país a participar en conflictos que pudieran contravenir los intereses de su comunidad o de su nación. Incluso se podría restringir la libre actuación para garantizar, en algunos supuestos, bajo cierto prisma, la seguridad nacional.
Hay una considerable heterogeneidad entre los distintos territorios europeos. Pero es que esto podría por ejemplo impedir ciertas labores de defensa militar fronteriza como las que se están llevando a cabo en la frontera de Polonia con Bielorrusia (o la que otras fuerzas políticas proponen para, por ejemplo, las fronteras hispanas con el norte africano).
Con lo cual, bajo la excusa sensacionalista de «frenar a Putin» y reaccionar a la «sinrazón de Trump», se podría vender otro mecanismo de centralización política masiva, frente a la descentralización y el principio de subsidiariedad que debería de ser de disfrute por las distintas comunidades europeas. Además, podría ser complicado (aunque no imposible) oponerse, dada la filosofía de injerencia de la eurocracia de Von der Leyen.