Y es que pasa con todo, no solo con la idea de Estado. Nos acostumbramos a caminar con las muletas que nos presta el amigo progreso y no se si por comodidad o porque somos así, sencillamente, perdemos la perspectiva. Y nos aferramos a las creaciones humanas, unas buenas, otras neutras, otras malas, olvidando qué hacíamos antes, sin ellas. Como si no fuera posible vivir sin teléfono móvil, o sin partidos políticos, o sin departamento de cultura, o sin fusiones bancarias, o sin huelgas generales. Damos por supuestas demasiadas cosas. Tenemos demasiado pereza, muchos respetos humanos, poca imaginación. La libertad está para ser usada, gastada, arriesgada. Pensándolo bien no existen tantas cosas inamovibles o inevitables. En este sentido los creyentes lo tenemos más fácil pues no hay fe que agobie tanto como esta red legalista que ha urdido a nuestro alrededor el rígido estado de derecho triunfante. Más libertad para todo, más espíritu crítico.
2 respuestas
Libertad… ¡¡Vivan las caenas!! Grito-respuesta a la Pepa, la primera (¿última?) Constitución liberal que hemos gozado en España.
¿Qué esperar de un pueblo capaz de salir a la calle gritando tal consigna? ¿Qué más quieren los políticos -de cualquier signo y color- que un pueblo que no quiere, que no lucha por la libertad?
¡¡Vivan las caenas!!
Ojo, que también los liberales tenían su coplilla estúpida:
«El pensamiento libre proclamo en alta voz,
y ¡muera el que no piense igual que pienso yo!»
Es muy discutible eso de que la Constitución de Cádiz viniera a traer la libertad. ¿No sabía que para Navarra lo que quiso traer es la anulación de su estatus de Reino?. Así que ¡¡Vivan las cadenas del escudo de Navarra!!
Sigamos el consejo del sentido común de aquel abuelo que decía:
– ¿Qué es lo que gritan, hijo?
– Dicen que «libertad».
– Pues cierra la puerta.