¿Qué haría Trump con Argelia si, como nosotros, tuviera un problema con sus inmigrantes ilegales?

España tiene un grave problema con la inmigración. No ya un grave problema con la inmigración, sino con los delincuentes importados en particular. Ni siquiera a los delincuentes multireincidentes somos capaces de expulsarlos de España, como para albergar algún tipo de sueño de control sobre nuestras fronteras. Sin control sobre sus fronteras, por cierto, ¿sigue siendo país un país? El caso es que la inseguridad crece por momentos y que esa inseguridad la generan principalmente inmigrantes que delinquen sin parar, no son expulsados y gozan de absoluta impunidad.

Llegados a este punto nos encontramos frente a un problema todavía más llamativo, y es que una vez detenidos e identificados estos delincuentes importados, sus países de origen no los aceptan de vuelta. Es el caso por ejemplo de Marruecos y Argelia. Para estos países, lógicamente, el negocio de sacarse de encima todos estos enjambres de delincuentes es tan bueno como malo para nosotros el negocio de importarlos. Normal que no los quieran de vuelta, la pregunta es si es normal que nosotros toleremos este comportamiento. ¿Cómo es posible que, en vez de ser regresados a su casa a patadas, tengamos por nuestras calles a delincuentes argelinos y marroquíes campando impunemente por sus respetos?

Podríamos echar la culpa desde luego a los mandatarios marroquíes y argelinos. Obviamente no son nuestros amigos cuando no se hacen cargo de todos estos regalitos que no hemos pedido, que nos envían hacia arriba y que no nos los aceptan de regreso. ¿Pero qué pasa con nuestros propios mandatarios? Nuestros propios mandatarios se encuentran instalados entre el negacionismo del fenómeno, el aplauso del fenómeno, o el miedo a hacer nada, aunque se reconozca el problema, por miedo a ser tachados de xenófobos por los entusiastas del fenómeno. Nuestros propios mandatarios son por consiguiente los principales responsables del fenómeno y de la inseguridad que se está descontrolando.

Si nuestros pequeños mandarines no sirven para solucionar el problema, a lo mejor deberíamos preguntarnos qué es lo que haría otro tipo de gobernante para solucionar el problema. Es lo que se preguntaría cualquiera cuando el tipo de gobernante que tiene no le soluciona en absoluto un problema. Entonces, ¿qué haría Trump en nuestro lugar frente a la negativa de Marruecos y Argelia a aceptar de vuelta toda la chusma delincuencial que masivamente nos envían? Recordemos que hablamos no ya sin más en general de inmigrantes, sino específicamente de los delincuentes multireincidentes. ¿Ni siquiera respecto a estos somos capaces de resolver el problema?

Desde luego Trump empezaría llamando por su nombre a los gobernantes de Marruecos y Argelia y colocándolos en el lugar que los corresponde. Adicionalmente amenazaría con todo tipo de sanciones y restricciones al comercio con estos países. Buscaría países alternativos para el comercio de recursos que estemos consiguiendo a través de ellos. Cortaría drásticamente toda ayuda financiera, tecnológica o militar a estos países hasta que revirtieran su política. Y si todo esto no bastara, en grado de amenaza o incluso después de su ejecución, seguramente Trump apelaría incluso al recurso a la fuerza militar.

¿Por qué Ceuta y Melilla son ciudades españolas? Porque la única forma de evitar los ataques o la piratería desde la otra orilla es tomar posiciones en la otra orilla. Si estamos siendo invadidos por oleadas delincuentes de otras nacionalidades que Argelia y Marruecos nos envían pero después no los aceptan de vuelta, tal vez haya que pensar, al menos como hipótesis, en forzar militarmente su regreso. Si para forzar ese regreso tal vez haya que tomar el control de ciertas zonas de Argelia y Marruecos, para dejar en esas zonas a todos los deportados, tal vez haya siquiera que empezar a pensarlo. Italia o Gran Bretaña han pensado soluciones como contratar con terceros países la deportación de los delincuentes importados o las oleadas de inmigrantes que no son asimilables por su volumen. Si ya se reconoce como inevitable la búsqueda de un tercer país como salida, ¿por qué no imponer la acogida al propio país que nos los envía?

¿Para qué, por otro lado, quiere Europa un ejército común? ¿Cuáles son las amenazas del siglo XXI a las que tendría que hacer frente un ejército común? ¿Acaso esta amenaza no sería una? ¿Qué otras opciones nos dejarían Argelia y Marruecos si se enrocan en seguir mandándonos delincuentes sin aceptarlos después de vuelta? ¿Tiene más sentido que acabemos sacando a nuestros militares a nuestras propias calles para defendernos de delincuentes importados en vez de mandar a esos militares a solucionar el problema en origen? Si Marruecos o Argelia nos desprecian hasta este punto, ¿no es porque nos ven totalmente incapaces de hacer algo en este sentido? O dicho de otro modo, ¿tendríamos este problema si no fuéramos percibidos como decadentes y pusilánimes? El problema es que no puede empezar a pensarse en una solución sin un cambio de gobernantes, y seguramente ese cambio de gobernantes no se va a producir hasta que la delincuencia importada no convierta la sociedad española en una olla a presión con otra mentalidad. Eso sí, el cambio es sólo cuestión de tiempo si el puchero está en el fuego y el fuego está a todo gas.

Hablando de gas, y pensando en lo que haría Trump en nuestro lugar, quizá ocuparía una parte de Argelia para devolver a ella a los inmigrantes ilegales, pero no cualquier parte de Argelia sino una que tuviera gas, para poder resarcirnos del coste de la operación gracias al consumo o el comercio con ese gas. Quizá para resolver el problema, en definitiva, no haga falta actuar como Trump sino que baste con que nuestros vecinos del sur empiecen a ver con preocupación que empezamos a pensar como Trump.

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