Habrá quien piense que hablar de sólo tres principales problemas en Navarra es quedarse corto y que tenemos muchos más, pero por algo hay que empezar. Muchos problemas por otro lado se encuentran relacionados con estos tres. Hablamos en todo caso de problemas que ya no sólo son cuestión de un pequeño puñado de analistas y observadores sino de asuntos que ya son un clamor general y que nadie, salvo los muy obtusos, se atreven a estas alturas a negar. Lo que sucede es que solemos pensar que los obtusos son sólo unos pocos y son muchos más. Esto podría ser el cuarto gran problema, pero en vez de ampliar el número de problemas intentaremos avanzar.
Hasta hace no muchos meses, podría decirse que el gran problema de Navarra eran las listas de espera en Sanidad. No era desde luego el único problema ni mucho menos para cualquier fino observador, pero retomando lo dicho era el único problema de entidad sobre el que ya existía un cierto consenso transversal en toda la sociedad. Todo el mundo es más o menos usuario de la sanidad pública o tiene en la familia alguien que lo es y el retraso en las esperas era ya un clamor popular. Un clamor que sigue ampliándose porque el problema sigue sin solución. ¿Puede atribuirse este problema a la falta de recursos cuando las arcas forales baten récords y los impuestos nos asfixian o tenemos un problema de mala gestión?
El expolio fiscal no sirve al parecer para que la sanidad pública vaya como un reloj y para que las listas de espera se encuentren en mínimos históricos. Por el contrario, para lo que está sirviendo que los impuestos se encuentren en máximos históricos es para que Navarra haya dejado de ser un polo de atracción para la inversión. El otro grave problema por tanto al que se enfrenta Navarra, y que ya todo el mundo más o menos percibe, es el cierre masivo de grandes empresas que por otro lado no son reemplazadas por otras empresas que llegan. Con el ojo izquierdo vemos cómo las grandes empresas de Navarra cierran, se marchan o reducen plantilla, mientras con el ojo derecho vemos cómo inversiones milmillonarias pasan a nuestro lado en dirección a Aragón, Madrid o La Rioja. Tenemos un gobierno lleno de socios enemigos declarados de la empresa, un marco inestable y una fiscalidad no competitiva. Es como si todos tuvieran fuero menos nosotros, porque usamos el fuero contra nosotros. A la vista empiezan a estar los resultados y esto es sólo el principio, ya veremos cuando cambien los vientos globales y lleguen las vacas flacas.
El tercer gran problema es el de la inseguridad, ya también innegable. Atracos, robos, peleas, agresiones sexuales, armas blancas… ¿Quién ha visto Pamplona y quién la ve? A nadie se le escapa, aunque no se pueda decir en voz alta, el estrecho parentesco entra la inmigración descontrolada y el aumento de la inseguridad. No ya es que lleguen masivamente oleadas de inmigrantes sin control, buena gente y mala gente, sino que ni siquiera se expulsa a la minoría de mala gente que acumula antecedentes y disfruta de una absoluta impunidad para sembrar el terror. El problema adquiere ya tales proporciones que ni en los pseudomedios progresistas se puede tapar el clamor.
Desde luego hay más problemas graves, como el de la vivienda o el empobrecimiento general de la población a causa de la inflación. No hablemos del deterioro democrático e institucional. Dicen que los derrumbes llegan primero poco a poco y luego de golpe. Por la magnitud que van adquiriendo ya todos los problemas citados, y no parece que en vías de solución, podemos estar pasando de la fase de acumulación del derrumbe a su fase ya de resolución. Somos sin embargo todavía optimistas, o ni siquiera merecería la pena escribir sobre ello para tratar de poner sobre aviso a la población y buscar una solución.
