El PSOE tiene la mala costumbre de abrumarnos con catorce escándalos monumentales diarios, de modo que dispersa nuestra capacidad de centrarnos en uno, diluye su gravedad o incluso consigue que algunos pasen inadvertidos. Así, mientras discutimos la quita de deuda que no es tal, porque pasa de ser deuda de cada comunidad a ser deuda nacional, y que es injusta porque es desigual y favorece a los más gastadores, ha pasado bastante inadvertido el acuerdo con el estado para elevar a 25.000 el número de Mossos d’Esquadra dependientes de la Generalidad.
El hecho de que la Generalidad eleve a 25.000 el número de mossos no sólo es un asunto que afecte a su coste o al desplazamiento total de Cataluña de los cuerpos de carácter nacional. Siendo todo ello relevante, lo fundamental sin embargo es que la Generalidad vaya a disponer de 25.000 hombres armados y uniformados a su completa disposición, un auténtico ejército regular.
No se trata de una cuestión anecdótica, puesto que tan recientemente como en 2017 la Generalidad protagonizó un golpe de estado en toda regla contra la unidad nacional, declarando unilateralmente la independencia de Cataluña. Los responsables de aquel golpe no sólo no han sido desbaratados sino que ahora condicionan con sus votos al gobierno de España. Los partidos y líderes golpistas no sólo no han repudiado sus actos sino que mantienen los mismos liderazgos precisamente porque se trata de los líderes del golpe. No se ha producido por tanto atisbo de arrepentimiento. Todo lo contrario, hablamos de partidos que no se esconden a la hora de asegurar que van a volver a intentarlo.
No se puede dejar en manos de partidos y políticos golpistas un ejército de 25.000 hombres, un ejército cuyo jefe además es otro personaje en el que no cabe depositar confianza alguna y al que se ha vuelto a restituir en su puesto después de los sucesos de 2017. En aquel entonces los mossos era un cuerpo de sólo 17.000 miembros. Toda la estructura del golpe de 2017 permanece por tanto intacta o se ha reforzado. No se ha depurado la Educación, no se han depurado los medios, no se ha depurado la administración, no se han depurado las formaciones políticas responsables (que han comprado su indulto a cambio de sus votos) y tampoco se han depurado los mandos y la plantilla de los mossos. Al contrario, son más bien los golpistas los que han terminado de depurar a los desafectos en todos estos ámbitos. De cara a la próxima intentona golpista incluso existirá probablemente ya una hacienda propia catalana. No quedará por tanto ningún ámbito en absoluto que no controle la Generalidad, que no pueda caer bajo el completo control del golpismo o que pueda representar un contrapoder por parte del estado. En este contexto y sin resolver previamente la tensión territorial roza lo temerario facilitar la creación de un ejército de 25.000 hombres armados.
Los contrapoderes del estado tienen que ser a prueba de chiflados. O sea, ante un gobierno de santos ni harían falta contrapoderes, pero el sistema o está mal diseñado o tiene que poder frenar a un gobierno enloquecido. ¿Cómo se podría controlar llegado el caso a un cuerpo de 25.000 hombres armados al mando de formaciones golpistas? ¿Qué violencia sería necesaria llegado el caso? ¿Qué coste podría tener en vidas humanas? Es una temeridad dejar que ese pequeño ejército pueda caer en manos de personas que amenazan con volver a dar un golpe de estado como el de 2017, tal vez en cuanto haya un cambio de gobierno y dejen de recibir todos los días regalos multimillonarios para comprar sus votos. El PSOE gobierna con una irresponsabilidad manifiesta y esperemos que no llegue el día en que tengamos que lamentarnos. Hemos creado un sistema de incentivos absolutamente perverso en el que lo que se premia es la desafección a España y a la unidad, ¿y nos extraña que los nacionalistas tengan en ciertas regiones tanto apoyo popular? ¿A qué horizonte nos conduce este sistema de ijncentivos perversos mientras no se castigue la deslealtad y las competencias y las mejoras en la autogestión o la financiación no sean precisamente un premio a la lealtad? No nos hagamos los sorprendidos un día si, una vez más, la batalla entre el lobo blanco y el lobo negro la gana el lobo al que le estamos dando todos los días mejor de comer.
