Papá estado se muere. Puede parecer una afirmación gruesa pero es algo que está sucediendo ante nuestros ojos. De algún modo estamos asistiendo a un acontecimiento histórico. Como sucede ante este tipo de acontecimientos, algunos todavía se muestran incrédulos preguntándose si es real lo que contemplan ante sus ojos. El hecho brutal, sin embargo, es que el modelo de estado paternalista ha quebrado. No hay recursos para seguir pagándolo. La crisis está acabando con él. Se acumulan las señales que indican que cuando salgamos de la crisis ya no existirá papá-estado. Es más, la salida de la crisis, el remedio, va a consistir precisamente en acabar con papá-estado.
Parches vs cambio de modelo.
Una vez más puede parecer exagerado tildar de “parches” las medidas –como la reducción de los salarios de los funcionarios o la congelación de las pensiones- que se están adoptando. Pero no es así. Se trata de recortes destinados a tratar de mantener con vida el actual modelo paternalista y omnicomprensivo del estado. La fase en la que nos encontramos aún es la de tratar de mantener con menos recursos un estado del mismo tamaño. Pero todo indica que se trata de medidas desesperadas destinadas al fracaso. Todas y cada una de las medidas adoptadas, que esencialmente o bien son recortes salariales o bien son subidas de impuestos, son medidas depresoras de la actividad económica. Y no vamos a poder mantener el actual modelo de estado con la actual actividad de la economía, pero tampoco vamos a poder aumentar la actividad económica sin desmontar este modelo de estado. Estamos abocados a un modelo de estado subsidiario mucho más pequeño, más eficaz, menos intervencionista y significativamente más barato.
Las medidas impensables hace unos meses ahora son rutina.
Los políticos nos están diciendo a gritos que el modelo actual ha quebrado. Es sólo que no nos lo están diciendo con estas palabras. Pero no es posible otra clave para interpretar que José Blanco, por poner un ejemplo, súbitamente haya decidido ponerse a pensar que a lo mejor habría que replantearse la existencia de las diputaciones provinciales para racionalizar el gasto público. Lo impensable hace unos meses ahora es rutinario.
No perdamos de vista que Grecia ha decidido suprimir dos tercios de sus ayuntamientos para reducir gastos. En España, el asunto ya está en la agenda política porque Rajoy se pronunció a favor de una reducción del número de ayuntamientos explicando que «hay demasiados» y generan demasiados gastos.
El mismísismo Financial Times, no ahora sino hace un año, cuando aún estábamos muy lejos de la situación dramática en la que ahora nos encontramos, advertía no sólo de los riesgos políticos del sistema autonómico, sino de su insostenibilidad económica y de la posibilidad de que España tuviera que plantearse una devolución de competencias de las autonomías al estado. Lo inconcebible hoy quién sabe si mañana será rutinario, cuando nos demos cuenta de que ya no podemos pagarlo. ¿Pero acaso alguien se imaginaba hace unos meses a la ministra de Sanidad admitiendo que el gobierno ya se ha planteado la posibilidad de establecer el copago? No olvidemos tampoco que el ministro de Trabajo aconsejó a los españoles hace sólo tres meses contar con un plan de pensiones privado . En estos mismos momentos, el gobierno trata de promover una reforma laboral impulsando un contrato más flexible que rebaje a 33 días la indemnización por despido. ¿Quién sabe si mañana estaremos hablando con naturalidad de privatizar la educación y la sanidad garantizando la universalidad mediante un sistema de cheques escolares y sanitarios?
Requiescat in pace
La situación se torna más surrealista si, retrocediendo unos meses en el tiempo, recordamos que estos mismos personajes que ahora hablan del copago, de planes de pensiones privados, de eliminar las diputaciones provinciales, de flexibilizar el mercado laboral, de congelar las pensiones o de recortar el salario a los funcionarios, se iban reunir con los líderes del G-20 para enterrar el capitalismo. El giro copernicano, en absoluto voluntario, no se entendería sin asumir que a quien la crisis finalmente se está llevando por delante para pasmo de sus devotos es a papá estado, amortajado nada más ni nada menos que en su propio recetario.
2 respuestas
Hombre, morirse, no, pero digamos que tiene un cancer grave, y le van a operawr, poner quimio, se le va a caer el pelo, va a estar muy malito, se va a hacer vegano, a probar homeopatía , y pondrá rogativas al Corpus… y dentro de unos añitos, se sentriá mejor, y dirá qu epor qué no, y otra vez a engordar… así será mientras maneje (tenga poder sobre) estas variables:
a) el tipo de interés del dinero.
b) la cantidad de dinero en circulación.
c) los impuestos sobre lo que quiera y como quiera.
d) la seguridad social: lo que incluye decisiones sobre pensiones mínimas, máximas, periodos de trabajo mínimos.
e) El suelo edificable.
f) el coeficiente de caja del dinero en poder del sistema financiero privado.
Desaparecido el Muro de Berlin la socialdemocracia diseñada en la posguerra para evitar el contagio del comunismo perdió su razón de ser. Logro subsistir, si bien los politicos europeos desde la UE nos fueron limando poco a poco el Estado socialdemocrata, ha sido la actual crisis causada por el despilfarro la que va a redactar el certificado de defunción. Muerto el socialismo real ahora le toca a su hijastra la socialdemocracia.
Creo que poner en manos de redentores nuestras manos y el pretender mantener una seguridad maxima de la cuna a la tumba, cediendo nuestras libertades al ogro filantropico del Estado, ha fracasado, no por que sea opresivo sino porque no hay dinero para ello.