Junqueras ha ido a ver a Puigdemont a Waterloo. Allí ambos líderes separatistas, malversadores y golpistas han decido avanzar en la recuperación de un frente común independentista. Los sueños de Feijóo de domesticar a Junts sueños son.
La reunión de Junqueras y Puigdemont no es sin embargo una demostración de fuerza sino más bien de debilidad. El PSOE acaba de rechazar la moción de confianza que le exigía Junts. ¿Qué va a hacer Junts? ¿Tumbar a Sánchez o hacerse una foto con ERC en Waterloo? ¿Qué le importan a Sánchez mientras mantenga el poder las fotos que se hagan Junqueras y Puigdemont en Waterloo? Por el contrario, lo que se está filtrando es el interés y la prisa de Pedro Sánchez por hacerse él mismo una foto en Waterloo con Puigdemont. Si Puigdemont no puede volver a España, va a Waterloo el presidente español. Que lo anormal parezca la acción de la justicia en vez de la presidencia de un país condicionada por un delincuente a la fuga.
Las fotos y reuniones en Waterloo nos conectan por supuesto con la anormalidad de inicio de la presidencia sanchista. Tenemos un gobierno que ha cambiado otorgar la impunidad a unos delincuentes a cambio de sus votos. Sánchez es presidente porque les ha comprado sus votos a unos prófugos de la justicia a cambio de su impunidad y lo tenemos ya tan normalizado. Irónicamente el PSOE sólo ha podido indultar a Junqueras porque Puigdemont estaba fugado. Si Puigdemont hubiera sido juzgado, ya estaría indultado. Todos los días nos desayunamos con algún caso de corrupción o con algún capítulo nuevo de los casos de corrupción en curso que rodean al presidente del gobierno, pero la forma de llegar al poder de Pedro Sánchez es moralmente corrupta en sí misma. Cambiar votos por indultos es algo tan inmoral y antipatriótico como inaudito. Si ya el punto de partida era saltarse la decencia hasta ese límite, como para pensar que el sanchismo haya respetado cualquier límite más cercano.
Día a día comprobamos que la apuesta de Pedro Sánchez para blindarse a sí mismo y a su entorno de la acción de la justicia es avanzar hacia un régimen autoritario, en el que el gobierno disfrute de un poder absoluto. No está claro sin embargo que Sánchez consiga pervertir por completo la democracia hasta ese punto, aunque tampoco lo descartemos. Si no lo consigue, lo que puede ocurrir es que un día vaya a hacerse una foto con Puigdemont y no vuelva de Waterloo. Vivimos una etapa tan surrealista (y peligrosa) de nuestra historia que ahora mismo es menos probable que Puigdemont vuelva a España a que Pedro Sánchez se vaya con él a vivir a Waterloo.