Hace unas semanas, en el glorioso congreso del PSOE a mayor gloria de Sánchez, una de las figuras que más brilló en el low manta socialista fue la de Zapatero. Zapatero es la prueba viviente del descenso del nivel político del PSOE. En 2011, con el país quebrado, al borde de la intervención, y tras haber anunciado los recortes más salvajes de la historia de España, Zapatero convocó elecciones anticipadas y ni siquiera se atrevió a presentarse como candidato. Tras aquello el PSOE lo tuvo guardado en naftalina durante años, hasta los últimos tiempos. Zapatero ha recuperado su relevancia en el PSOE en la medida en que el PSOE se ha ido acercando a sus socios filoetarras y bolivarianos. En la medida en que baja el nivel moral y se blanquea a Bildu o a la dictadura chavista, lógicamente la cabeza de Zapatero emerge de nuevo. En el caso del congreso del PSOE, una de las frases más celebradas de Zapatero fue el bulo de que habían tenido que pasar 600 años hasta que el PSOE había abierto a la mujer las puertas de la Educación.
Obviamente la liberación de la mujer no tiene nada que ver con el PSOE. No sólo es que las mujeres accedieran a la Educación mucho antes de la llegada del PSOE al poder, como aclara la nota de la comunidad de la que se hizo acreedor el tuit de la cuenta en X del PSOE, sino que en 1931 el PSOE ni siquiera tuvo una postura unánime a favor del voto femenino. Por el acuerdo interno al que se llegó, parte del PSOE votó a favor y otra parte abandonó el Congreso para evitar votar en contra. La izquierda no se posicionó a favor del voto de la mujer porque temía que fuera un voto conservador. Efectivamente, la derecha ganó en 1933 cuando por primera vez votó la mujer. La postura de la izquierda era dar el voto a la mujer sólo si la mujer votaba a la izquierda. Como para extrañarse de que en 1934, tras perder las elecciones, la izquierda intentara un golpe de estado contra la propia democracia republicana. O como para sorprenderse tampoco de que el programa explícito de socialistas y comunistas españoles fuera la dictadura del proletariado y evitarse así directamente el reconocer el derecho a voto a gente que después no votaba a la izquierda.
El caso es que hace unos días se cumplieron 88 años del asesinato de Luisa María Frías Cañizares: vecina de Valencia y catedrática auxiliar de Filosofía en la Universidad de Valencia. O sea, que ya de entrada decae el bulo zapaterino de que la mujer entró en el mundo educativo gracias a los gobiernos del PSOE, pero es que además fue asesinada por las milicias republicanas.
Luisa María Frías había sido promotora destacada de la rama femenina de Acción Católica, por lo que el 24 de noviembre de 1936 fue sacada de su domicilio por milicianos anarquistas, arrestada en la checa del Banco Vitalicio, torturada en la checa de la Calle Trinitarios y finalmente fusilada el 6 de diciembre en el Picadero de Paterna. Obviamente se trata de un recuerdo molesto e incompatible con el relato y la memoria que se nos está intentado imponer desde la izquierda. Seguramente es por ello ni la Universidad ni su ciudad recuerdan su figura. Sólo si borramos la mitad de la historia se puede vender el discurso de Zapatero. En el caso concreto de Zapatero, en realidad, puede que haga falta borrar habitualmente hasta el 99% de la verdad para sostener su discurso.