Noticia desagradable de alcance: los pases nudistas de cine llegan a España. Bueno, en realidad llegan a Barcelona, que para los socios de gobierno de Sánchez no es España y para el conjunto de los españoles es uno de los territorios con la población más despistada de la nación, en un ambiente por otro lado de despiste general.
Como puede apreciarse, los nudistas son nudistas pero de una especie singular que lleva zapatillas y calcetines. Si tuvieran los genitales en los pies, básicamente serían normales.
Este pase histórico ha tenido lugar por otro lado en diciembre, lo que parece una idea espectacular. O sea, es de creer que los nudistas han llegado al cine vestidos y se han quitado la ropa para la sesión, porque no parece muy funcional ir por la calle en diciembre a cuerpo gentil. No se trata de algo baladí porque el discurso bajo la filosofía nudista es que las vestiduras son una mera imposición cultural opresiva y fascista. Pero claro, si llegas vestido al cine porque en la calle llueve o está a 2 grados el discurso cae bastante por su peso, al menos en diciembre y en Pamplona o en Burgos.
Hablando de cuerpos gentiles, existe el prejuicio entre muchos observadores de que quienes más afán parecen tener por exhibir su cuerpo no son sin embargo quienes más razones objetivas deberían tener para presumir de ese cuerpo. Esto no es una forma de igualar a los guapos y a los feos sino de perjudicar a los feos. Todos tenemos puntos débiles y puntos fuertes. Tapar los puntos débiles y subrayar los fuertes es el arte de vestir. No dejar a los feos ocultar sus puntos débiles es un flaco favor que se les hace. Las fotos del evento ilustran perfectamente este punto, por cierto. Lo de hablar de puntos flacos es además en este caso un decir.
¿Aporta algo la desnudez al visionado de la película? Parece improbable. Una película que es una basura viéndola vestido, ¿se convierte en Casablanca al verla en pelotas? ¿Qué aporta entonces ver la película desnudos?
Aparte de los calcetines, las zapatillas y la ropa en el vestidor o hecha una pelota en la puerta de entrada del cine, los deshinbidos asistentes a la película portaban una toalla para colocarla encima de la butaca. Esta es una práctica habitual entre los nudistas cuando acuden a un restaurante o a cualquier sitio en que haya que sentarse incluso en colonias, playas o localizaciónes sólo para nudistas. A fin de cuentas sentarse encima del palomino dejado por el vecino debe resultar algo desagradable hasta para un nudista. De hecho más desagradable todavía para un nudista totalmente desprotegido. Lo discutible es que sea más cómodo y funcional que ir vestido tener que ir cargado todo el día con una toalla. Por otra parte hay que suponer que esta gente vive pendiente de colocar la toalla siempre del mismo lado o estás perdido. Algo nos hace temer sin embargo que los pelos rizados en la sopa sean moneda común en el mundo nudista.