No nos importa especialmente Errejón. De todos los líos que están provocando las leyes feministas y de género, Errejón es el que tiene más merecidas sus consecuencias. El problema es que Errejón no va a ser el único que sufra este descalabro. Todo está mal planteado desde el principio y ello totalmente al margen de la inocencia o la culpabilidad de Errejón, porque obviamente tampoco ponemos la mano en el fuego por la inocencia de Errejón.
El caso es que Errejón también tiene madre. Y podría tener hermanas, o hijas, o una esposa. No tiene sentido plantear el debate como un conflicto entre hombres y mujeres. El debate es entre premisas lógicas y premisas absurdas.
Para empezar, lo que se debe probar siempre es la culpabilidad, no la inocencia, de entrada porque la inocencia, a diferencia de la culpabilidad, es casi imposible de demostrar. O sea, lo que se puede probar es lo que se ha hecho, no lo que no se ha hecho. Puedo demostrar que he hecho una tarta poniendo la tarta encima de la mesa, ¿pero cómo demuestro que no he hecho una tarta? Por eso en la justicia rigen la presunción de inocencia y el principio acusatorio. Todo el mundo es inocente hasta que se demuestre lo contrario y el que afirma la acusación es quien debe probarla.
Volviendo al falso conflicto entre hobres y mujeres, el hecho es que Errejón tiene madre. Es más, la madre de Errejón es una activista del feminismo que seguramente ha estado defendiendo con vigor todo el discurso del que ahora es víctima su hijo. ¿Se sentirá por ello muy bien como mujer la madre de Errejón? Es probable que no, aunque acaso coloque el activismo por encima del amor a su hijo. El hecho es que las mujeres van a ser víctimas de las leyes feministas de la izquierda por un lado por todos los violadores que pueden salir anticipadamente a la calle, o por toda la violencia sexual importada, pero también porque los hombres víctimas de la anulación de su presunción de inocencia van a ser sus hijos, o sus padres, o sus parejas o sus hermanos.
¿Cree la madre de Errejón que sobre su hijo, más allá de que efectivamente sea un cutre, han recaído denuncias falsas o que efectivamente es un violador en toda regla? ¿Considera falsas las dos denuncias contra él, o sólo la de Aida Nízar? ¿Pueden ser falsas las dos denuncias pública y verdaderas las anónimas? Lo cierto es que las denuncias públicas conocidas presentan bastantes inconsistencias.
Finalmente, en el discurso que esgrime el feminismo no ya contra Errejón, sino contra cualquier acusado masculino, resulta llamativa la dialéctica de que es que hay que ponerse siempre del lado de la víctima, por supuesto entendiendo que la víctima es siempre la mujer. La cuestión sin embargo es que esta afirmación es de nuevo una falsa premisa. Determinar que la mujer es víctima no puede ser la premisa de la sentencia sino su consecuencia. Determinar que la mujer ha sido víctima y que el acusado es culpable no puede ser el punto de partida del proceso sino la conclusión de la investigación. O no necesitamos para nada proceso, investigación, sentencia, ni juez. ¿Nos lleva eso a un mundo mejor? Que se lo pregunten ahora mismo a la madre de Errejón.