Repartir los inmigrantes ilegales sólo por las circunscripciones de progreso

La inmigración masiva e ilegal es como todo el mundo sabe una gran bendición. Gracias a ella vamos a cubrir los puestos de trabajo, subir los sueldos, pagar las pensiones y sostener la sanidad y la educación. Qué sería ademas de nuestras calles sin toda esta inmigración ilegal, que garantiza también la seguridad. Se trata no obstante de una bendición que nadie quiere para sí y que hay que repartir. Cuando la llegada masiva de ilegales es una bendición demasiado intensa la llamamos drama humanitario, pero es una bendición.

El hecho es que el reparto de esta bendición es un problema, porque todo el mundo quiere que este maravilloso regalo se lo quede el vecino. Por algún incomprensible motivo pasa lo contrario que con el dinero, que todo el mundo quiere quedárselo él. Lo que sucede es las comunidades son más generosas con la bendición de los inmigrantes ilegales que con la bendición del dinero. Además de quedarme con el dinero, ¿me voy a quedar también con los ilegales? Mejor el dinero me lo quedo yo y los ilegales tú, para compensar este reparto de grandes bienes. Nadie lo plantea al revés, yo me quedo los ilegales y tú el dinero, por alguna extraña razón.

Hablando del reparto de dinero y la financiación de las comunidades autónomas, por estas fechas y a cuenta del futuro concierto catalán se ha repetido el argumento de que el dinero de las comunidades con los impuestos más altos no puede ir a las comunidades con los impuestos más bajos, que eso sería injusto, que sería como pagar con las subidas de impuestos de toda la gente las bajadas de impuestos a los ricos en las comunidades que gobierna el PP. O sea, que el dinero que todos aportan al fondo general sólo debería repartirse entre las regiones con una fiscalidad izquierdista. Poco importa por lo demás que todo sea mentira, que por ejemplo Madrid sea una contribuyente neta al fondo común y que por tanto nadie le esté pagando ninguna bajada de impuestos con el dinero de ese fondo común. Lo que plantea la izquierda es que al fondo común aporte todo el mundo, menos los nacionalistas, y que después el dinero sólo se reparta entre los izquierdistas. Esta sería la forma de compensar a las comunidades de izquierdas por la pérdida de financiación del fondo común derivada del concierto catalán. Y las comunidades de derechas pues que aprendan a votar.

El caso es que una derivada de esta misma teoría bien podría aplicarse al reparto de la inmigración ilegal. Si no se reparte el dinero a los que bajan los impuestos, que tampoco acojan inmigrantes más que quienes son welcome refugees. O sea, que las oleadas de inmigrantes se las repartan entre quienes jalean la inmigración ilegal. Los partidarios de controlar la inmigración no tienen por qué pagar las consecuencias de los partidarios de abrir las puertas a toda la inmigración ilegal. Quienes quieren inmigración masiva ilegal, no tienen por qué querer desprenderse de esa inmigración ilegal. Que cambien de discurso y de política o que la acojan ellos.

Por consiguiente, el reparto de inmigrantes ilegales entre comunidades, si no se expulsan, no debería ser proporcional a la población u otros criterios como los que se usan ahora, sino coherente al signo político de esa comunidad. Que las comunidades que acojan a los inmigrantes sean las que han votado welcome refugees. Dentro de cada comunidad, tampoco parece descabellado que las localidades preferentes de acogida sean a su vez las que han votado con más entusiasmo el welcome refugees. Lo que no cabe es ser incoherente con el propio discurso. Welcome refugees pero vamos a repartirlos después. Pues que se repartan sólo entre los partidarios del welcome refugees. No sería insolidaridad de los demás. En realidad, si son una bendición, renunciar al reparto de esa fuente de riqueza sería un acto de generosidad.

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Un comentario

  1. Todas las comunidades con excepción de la vasca y navarra tienen delegados los mismos impuestos. Unas han optado por reducir algunos de ellos compensándose los ingresos con el incremento del volumen, otras han ido aumentándolos o increméntalos bajando el volumen de recaudación por reducción del volumen impositivo. Buenos ejemplos son Madrid para el primero, Cataluña para el segundo. Cataluña tiene además 18 impuestos propios, mientras que Madrid tiene 3. Nadie suele comentar la otra variable que son los gastos y por añadidura la eficacia en la gestión de gobierno. Cataluña tiene gastos que Madrid no tiene ni tendrá (TV3, mucha más deuda, mayores sueldos, más funcionarios, embajadas, creación de estructuras de país, etc.). ¿Qué pasaría si los demás quisieran tener los mismos gastos que Cataluña?

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