Ese recorte del 5% no tengo ni idea si será poco o mucho. Tampoco voy a quejarme automáticamente porque se suprima el cheque bebé o porque no se vayan a subir las pensiones. Yo no llevo las cuentas de la maquinaria estatal. Ellos sabrán qué es lo que conviene. Ahora bien, me desasosiegan estos bandazos. Este pasar de la euforia a la bancarrota. Del derroche inconsciente al rechinar de dientes. Me fastidia también que tenga que ser la familia, la más rancia institución antediluviana, la pagana de los desaguisados socialistas. ¿No hubiera sido este un momento ideal para que los culpables del déficit estatal mostraran públicamente cierto arrepentimiento, cierta humildad, o hasta cierta dimisión? Pero aquí por lo visto no pasa nada. Porque el sistema dice que hasta que no haya unas nuevas elecciones generales el gobierno siempre tiene razón, y que su mayoría parlamentaria es la representación exacta de la voluntad mayoritaria de la soberanía nacional. Es evidente que el sistema está equivocado. ¿Hasta cuando seguiremos dejándonos guiar por este reloj atrasado? Y por último, no me cuadra tampoco en todo este escenario de derrumbe económico qué es lo que pinta la autonomía foral de Navarra. Me da la sensación de que no está siendo muy autonómica nuestra vieja autonomía que digamos. ¿Cómo es posible que teniendo unos responsables regionales con planteamientos de política económica tan diferentes de los zapateristas estemos ahora así? ¿Será que ya no nos queda mucho margen para la foralidad? ¿o acaso que no son realmente tan diferentes?
2 respuestas
Me alegra D. Jerónimo que empiece usted a ver la luz. Ni los navarros son tan distintos de los catalanes, de los andaluces o de los castellanos, ni el PP es tan distinto del PSOE.
Se me abren las carnes oyendo a Rajoy quejarse por el «recorte del gasto social»… ¿A qué juega la oposición? ¿de verdad quieren ganar las elecciones?
Alguna vez escuché que «los pueblos tienen los gobernantes que se merecen». Estoy de acuerdo en que «tenemos los políticos que nos merecemos». A ellos los elegimos y los mantenemos. Les permitimos, les consentimos y les pagamos. Nos mienten, nos engañan, nos manipulan y no pasa nada. Nos roban, nos chulean, se ríen de nosotros pero nosotros tenemos bastante con el desahogo de la queja. A veces pienso que vivimos en una sociedad narcotizada, dormida aburguesada más preocupada por lo que sucede en los programa de TV que por los problemas reales.
Por supuesto que la situación actual es para que los responsables del desaguisado pidan perdón, reconozcan su incompetencia y se marchen y para que la oposición sea más contundente a la hora de exigir un cambio. Pero me da la impresión de que ni unos ni otros van a modificar sus posturas y mientras tanto los «de a pié» a criticar, quejarse y seguir viendo la Tv.