Me voy un momento a Mauritania a comprar 250.000 votos y vuelvo

Pedro Sánchez se ha ido a Mauritania, interrumpiendo sus vacaciones, para adoptar medidas enérgicas y radicales respecto a la inmigración, ese problema del que al final parece consciente el presidente español. El punto es que no ha ido la República Islámica de Mauritania (descriptivo nombre oficial del país) a poner freno a la inmigración que satura a las Canarias, y después al resto del territorio nacional por extensión, sino a llamar a 250.000 inmigrantes más. Sánchez ha dicho que España los necesita y que les ofrece venir a nuestro país ofreciéndoles empleo y haciéndolo de manera regular.

Para Pedro Sánchez, la inmigración no sólo no es un problema sino una fuente de riqueza y una necesidad de la economía española. Nuestras pensiones o la Seguridad Social, asegura, dependen de la llegada masiva de inmigrantes. A más inmigrantes, más desarrollo y prosperidad.

La ventaja que tiene la izquierda esgrimiendo constantemente un discurso disparatado es que refutarlo no es una cuestión de una línea, sino que requiere un ensayo. No es una baldosa que se cae en el baño, es un alicatado completo. No obstante, resulta difícil entender cómo alguien por más odio que pueda tener al sentido común puede comprar el discurso de Sánchez. España tiene la tasa de paro juvenil más alta de Europa, con unas cifras que rondan el 30%. Es evidente que el mercado laboral Español no puede absorber toda la oferta africana de empleo. No tenemos la capacidad de demandar suficiente empleo para colocar la oferta actual de trabajo. Si no podemos absorber la actual oferta de trabajo y ya tenemos 3,5 millones de parados reales, ¿cómo vamos a absorber a 250.000 desempleados más? España sería un país necesitado de trabajadores si su tasa de paro bajara del 5%, cuando más que duplica esa proporción y la sextuplica en el caso del paro juvenil.

Si la inmigración masiva fuera una bendición, no haría falta redistribuirla. Si fuera una bendición, las comunidades se pelearían entre ellas por acoger más inmigrantes. Los barrios más ricos y seguros serían los de mayor proporción de inmigrantes. Si las comunidades gobernadas por la derecha no los quisieran, las comunidades gobernadas por la izquierda reclamarían acoger ellas solas a todos los inmigrantes, beneficiarse en exclusiva de esa increíble fuente de riqueza y convertirse en las más ricas y prósperas de España. Sin embargo ninguna comunidad con un gobierno de progreso ha salido pidiendo que le manden a todos los inmigrantes a ella. Todos los socios de Sánchez, aunque de cara a la galería mantienen un discurso pro inmigración, en el mundo real maniobran para salirse del reparto de inmigrantes. Es evidente que no exigen una política de inmigración propia para quedarse con más inmigrantes que los demás. Por lo visto quieren que el resto de España les expolie esa fuente de riqueza quedándose con toda la inmigración ilegal.

Si la inmigración por otro lado fuera sin matices y por sí misma una fuente de riqueza, entonces los países de origen de esos inmigrantes serían una mina de prosperidad. La riqueza que nosotros ganáramos acogiendo inmigrantes la perderían sus riquísimos países de origen enviándonoslos.

La idea de que los inmigrantes son por sí mismos una fuente de prosperidad choca también con el discurso sobre la importancia de la Educación. Por un lado el gobierno nos dice que la prosperidad futura depende de la formación y la educación de la juventud, pero por otro lado nos dice que la prosperidad depende de la llegada masiva de jóvenes carentes de la más mínima formación y educación. Lo que va a llegar de Mauritania no son médicos, ni ingenieros, ni informáticos, ni economistas, ni pilotos, sino masas de desempleados sin la más mínima cualificación.

Desde luego no cabe duda de que los inmigrantes que llegan a España en patera o saltando una valla son pobres. Si llegan por cientos de miles o millones, de lo que estamos hablando es de importar cientos de miles o millones de pobres. ¿En qué momento importar masivamente la pobreza del Tercer Mundo es una fuente objetiva de riqueza para nosotros? ¿En qué universo la oferta masiva y creciente de mano de obra desempleada y no cualificada no presiona los salarios más bajos todavía más hacia abajo?

El gobierno, por el otro extremo, esgrime el mismo tipo de simplismo respecto a la inmigración que podría ostentar un nazi. La inmigración ni es objetivamente buena, ni es objetivamente mala. La inmigración es buena y necesaria en la medida en que la puedes acoger e integrar, en la medida en que tu economía demanda mano de obra, en la medida en que se puede hacer frente a esa llegada de personas sin dinamitar la seguridad, en la medida en que esas personas que llegan vienen con la intención de aportar e integrarse, sin odio al país y cultura de acogida y sin voluntad de delinquir. Irónicamente, en la medida en que el gobierno promueve una cantidad de inmigración que no podemos asimilar, lo que precisamente hace es generar inseguridad y delincuencia, tensionar los servicios sociales y abonar la xenofobia y los estallidos sociales. Es decir, el gobierno pretende combatir la xenofobia en la misma medida en que la está promoviendo con sus políticas. Y no tanto porque la gente sea xenófoba como porque ve que la llegada masiva de inmigrantes está generando un problema.

Si acoger inmigrantes fuera una fuente objetiva de riqueza, al margen de cualquier otra consideración, entonces la forma de hacerse ricos sería acoger no a 10 o 20 millones de inmigrantes, sino a 500 millones. Y al ritmo más rápido posible. De este modo nos convertiríamos en un santiamén en el país más rico y poblado de occidente, con las pensiones más altas, el paro más bajo y los mejores servicios sociales. El problema es que un inmigrante ayuda a sostener las pensiones en la medida en que tiene un trabajo y cotiza, en caso contrario es un pobre al que hay que ofrecerle vivienda, ayudas, sanidad, educación y servicios, sin que aporte nada para su financiación.

No cabe pensar sin embargo que el gobierno es tan estúpido como pudiera parecer con el asunto de la inmigración. Lo que busca con la inmigración masiva no es pagar las pensiones sino ganar las elecciones. A Sánchez no le preocupa importar cotizantes, sino importar votantes. No ha ido a traerse de Mauritania o de Africa en general 250.000 trabajadores cualificados al año, sino a traerse 250.000 votantes izquierdistas al año. La izquierda quiere importar 250.000 personas sin recursos al año no por solidaridad, sino porque importando personas dependientes del gobierno, regularizándolas y concediéndoles la nacionalidad, piensa que puede compensar el voto que está perdiendo entre la población nativa española. Por qué llamarlo pucherazo, pudiéndolo llamar solidaridad que suena mucho mejor.

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