No es un asunto menor que España haya ganado este verano la Eurocopa de fútbol, derrotando por el camino a las selecciones de Francia, Italia, Inglaterra o Alemania. Que no es un asunto menor lo delata por ejemplo la rabia con la que han ido acogiendo los avances de la Selección, hasta la victoria final, todos los enemigos internos de España. Había también quien parecía que no hubiera celebrado ninguna victoria de la selección caso de no haber habido ningún negro o ningún árabe en la selección. Nadie sin embargo, o nadie al menos con relevancia estadística, lamentó ninguna victoria de la Selección porque hubiera negros o árabes o nacidos en Francia en la Selección. Sin embargo no faltaron quienes celebraron las victorias de la Selección sólo como una supuesta victoria frente a esos enemigos racistas imaginarios. Imaginativa es también la suposición de que para alguien un gol de la Selección es menos celebrable si lo marca un vasco, un navarro o un catalán. En realidad es todo lo contrario. Es a los nacionalistas vascos o catalanes a los que les amarga las vacaciones que marque un gol un vasco, un navarro o un catalán. A ningún español le puso más triste un gol de Lamine Yamal que uno de Dani Olmo. Por el contrario, es un extra de placer ver a un vasco o un catalán marcando para España sabiendo el sufrimiento que ese mismo momento debe provocar a un nacionalista vasco o catalán. En el imaginario separatista o ultraizquierdista, sin embargo, cuando marcaban un gol Nico Williams o Lamine Yamal los simpatizantes de VOX y del PP se ponían muy tristes y estallaban gritos de júbilo en las herriko tabernas y en Waterloo.
En este sentido, las victorias de la Selección dieron lugar a escenas tan deplorables como pintadas llamando traidores a jugadores vascos o navarros que marcaron para España. O sea, por un lado te cuentan que los seguidores de la Selección sufren cuando marca un vasco o un navarro para España, pero esos mismos no felicitan a esos jugadores cuando marcan por el “sufrimiento” que le infligen a la afición española, sino que los insultan. La contradicción salta a la vista. Sea como sea, al mismo tiempo y a un nivel muy superior, la Eurocopa nos ha permitido vivir momentos como el recibimiento en Eibar a Oyarzábal, el jugador que marcó el gol determinante en la final.
Irónicamente, el recibimiento tuvo lugar frente a la sede de Bildu, pero por otro lado permite confirmar que los ongi etorris son homenajes a los asesinos de ETA. Es decir, claramente se aprecia que la estética y la celebración es la misma cuando se homenajea a una estrella del deporte por una victoria que cuando se recibe a un etarra, ergo el recibimiento a un etarra es un homenaje a un terrorista. Mala suerte si los jueces han determinado que el sol sale por el Oeste, la realidad es evidente y es la justicia la que tiene un problema si el mundo real va por un sitio y las sentencias por otro.
Curioso también con ocasión de la Eurocopa ha sido asistir a la insistente repetición de la idea de que la inmigración descontrolada es un fenómeno deseable porque a cambio podemos disfrutar de los goles de Lamine Yamal y Nico Williams, aunque a veces esto lo decía gente que, como veíamos, no disfrutaba nada con los goles de Yamal ni de Williams. Evidentemente se trata un argumento peligroso, porque implica algo así como asumir como aceptable un incremente de la inseguridad y la criminalidad a cambio de una copa. ¿Pero y si no se gana la copa como le pasó a Francia? Te quedas con la criminalidad y no ganas la Eurocopa. Por otro lado, ¿en qué universo hay que meter a todos los inmigrantes en el mismo saco o elegir entre los goles de Yamal y expulsar de una vez de España al ladrón de casas que se mete en la cama de las octogenarias?
Mención especial para Nico Williams, nacido en Pamplona, negro y nivel cero de euskera. Con la que resulta incompatible por tanto don Nico es con la selección de Euskal Herria. Si la llamamos selección de Euskadi porque es navarro. Si la llamamos selección vasca porque es negro. Y si la llamamos selección de Euskal Herria porque no habla una palabra en euskera. El fundador del PNV se cortaría las venas con el rabo de la boina. Por si fuera poco le pide a Pedro Sánchez que baje los impuestos. Pero son los españoles de bien los que han sufrido mucho con la pluralidad de España, con Nico Williams y con la victoria en la Eurocopa.
Queda por reseñar finalmente el pequeño desplante de Carvajal tras volver con la Eurocopa, a la hora de no saludar a Pedro Sánchez en Moncloa con la bastante efusividad. Ojo, que no es que Carvajal se negara a saludar a Pedro Sánchez, sino que no lo hizo con la suficiente efusividad. Sólo en Corea del Norte y en la España sanchista se miden a la hora de saludar al líder supremo los niveles mínimos exigibles de entusiasmo y efusividad. Es triste para España pero más para Corea del Norte, que jugando a fútbol no existe otro país al que pueda ganar.
